¿Y después del censo, qué?
Los congresos locales y los órganos superiores de fiscalización, ¿no detectaron a esos maestros que ganan más que el Presidente de la República?
Los números que se construyen a partir del Censo Educativo son dramáticos. Incluso el más osado de nuestros cálculos respecto a la cantidad de personas que cobraban en la nómina educativa sin desempeñar la función, se quedó corto frente a la realidad que éste arroja. Esta información ha causado indignación entre muchos mexicanos y respuestas airadas de quienes quedaron expuestos por su publicación. Pero no podemos permitir que las cosas queden en eso: una catarsis, una defensa y el olvido inevitable que produce el tiempo. El censo y la información que nos brinda debe generar consecuencias más allá de lo mediático. Debe convertirse en un instrumento de transformación.
Para lograrlo lo primero es impulsar que el censo se aplique en todo el territorio sin excepción. En esta primera ronda el censo no pudo ser aplicado en algunas entidades del país por oposición expresa de la CNTE, quien no sólo controla el aparato educativo, sino también los gobiernos mismos. Junto con ello debemos también exigir que la información de dicho ejercicio se haga pública de manera completa y no sólo parcial como ha sido hasta el momento. La ventana que se nos abrió ya nos dio adelantos alarmantes de la situación que impera en escuelas y el plantel docente, pero es importante liberarla en su totalidad para no manejar conjeturas sino certezas. No hay razón alguna para que ésta se mantenga reservada.
En siguiente término debemos entender que el censo es un instrumento para la política pública y para la reforma misma. Se inscribe en su lógica. Si no apoya estos procesos, habrá servido para transparentar lo que era opaco, pero no mucho más. Ahora que el gobierno federal se prepara para retomar el control sobre la nómina magisterial, esta información debe ser un punto de partida para depurarla y darle racionalidad. De paso cercenar el poder de los sindicatos que se alimenta de los propios recursos que extraen del erario. Ciertamente se necesita determinación para hacer estos ajustes. Pero exactamente de eso se trata una reforma educativa que quiera modificar el estado de las cosas. Si no para qué emprenderla.
Hay una dimensión adicional que los resultados de este censo nos revela y es la inoperancia de todos los mecanismos de control y vigilancia que acompañan a la gestión pública y el ejercicio de recursos. Me pregunto, ¿dónde estaban las contralorías cuando los recursos destinados a la nómina educativa eran ejercidos? ¿No detectaron nunca que en dicha nómina aparecía una colección de Lupitosnacidos coincidentemente en la misma fecha? Y los congresos locales y los órganos superiores de fiscalización, ¿no detectaron a esos maestros que ganan más que el Presidente de la República, o las dobles y triples plazas en manos de algunos potentados del sector educativo?
Lo que la información del censo nos dice es que todo ese entramado de supervisión y vigilancia es simplemente una simulación. De haber operado razonablemente, estas malversaciones hubieran sido detectadas con oportunidad.
Los amigos de Mexicanos Primero han interpuesto sendas demandas administrativas sobre quienes resulten responsables de estas anomalías y desvíos. Invocan a la responsabilidad legal y política de quien ostenta un cargo público para llamarlos a cuentas sobre sus acciones u omisiones. Difícil saber por ahora si éstas tendrán alguna consecuencia, pero es importante sentar el precedente. Como hemos visto en los últimos años, las instituciones no se reforman por sí solas, menos cuando sostienen equilibrios que benefician a quienes deberían reformarlas. Por eso, estoy convencida de que los cambios deben ser promovidos desde afuera.
En lo personal considero que el censo es un parteaguas en el tema educativo. Puso en números el costo de este arreglo incestuoso entre autoridades y sindicatos educativos. Primero, para mantener su control y disciplina, así como su apoyo en tiempos de elecciones. Más tarde, para contenerlos cuando cobraron vida propia y aumentaron su beligerancia. Lo que es un hecho es que más allá de la buena intención del gobierno en turno por reformar al sistema educativo, es importante a la par reforzar el sistema de responsabilidades, la transparencia y la rendición de cuentas. En un contexto más sólido en estos aspectos, los sindicatos magisteriales no hubieran llegado tan lejos, ni la discrecionalidad de autoridades nos hubiera hecho tanto daño.
Ojalá este censo no sólo alimente nuestra indignación sino también promueva los cambios que son necesarios. El censo es importante, pero mucho más lo que venga después.