Sheinbaum y la revelación de ‘su’ plan

Con la victoria de Claudia Sheinbaum a la presidencia, 21 gubernaturas y una muy probable mayoría calificada en el Congreso, ¿cuáles serán los contrapesos del nuevo gobierno?

Mariana Campos (@mariana_c_v) | El Universal

El resultado del conteo rápido decantó la nueva realidad política del país. De confirmarse los resultados preliminares, Morena y sus aliados vencieron a la oposición con un amplio margen prácticamente en todos los frentes en disputa. Claudia Sheinbaum es la virtual ganadora de la presidencia.

Con las gubernaturas ganadas —más de las esperadas— contarán con el control de 21 gobiernos de los estados; y por el alto número de asientos, parece que lograrán la mayoría calificada en las dos cámaras. Esto les permitirá cambiar la Constitución sin tener que negociar con las facciones opositoras.

Los contrapesos políticos estarán operando en su mínima expresión. El grupo en el poder incluso podría debilitar a los contrapesos institucionales —como a los poderes judiciales— o bien hasta eliminar a los organismos autónomos —entre los que se encuentran órganos reguladores como el INE y el INAI que desempeñan funciones clave para la democracia de nuestro país.

Se tratará de un gobierno con un poder excepcional, que nos remonta a la época previa a la transición democrática, al sistema del partido único. Sin embargo, no podemos caer en el simplismo. La realidad es que habitamos el 2024, con nuevos instrumentos que impiden replicar completamente el escenario del pasado. 

Hoy existen contrapesos que no teníamos antes. Pienso en el TMEC, el tratado comercial entre México, EEUU y Canadá que en términos prácticos es el motor de la economía mexicana. Si lo dañamos, no crecemos ni avanzamos. Por ejemplo, muchos opinan que la mejora en el salario fue el factor más importante para esta gran victoria electoral; siendo que, de hecho, fue una exigencia de nuestros socios comerciales.

Otro factor es la democratización de la información. Los tomadores de decisión ahora se informan de manera inmediata y a bajo costo. En las redes sociales hay múltiples conversadores, entre ellos especialistas que nutren la conversación digital con datos, evidencias y opiniones, por ejemplo sobre riesgos políticos, institucionales y económicos.

No todo contrapeso está al alcance del gobierno y existen límites prácticos al gran poder que ostenta el régimen electo. Para no ir más lejos, ayer fue notorio que es imposible viajar completamente al pasado. El tipo de cambio y las bolsas mexicanas sufrieron un descalabro ante el riesgo percibido de las posibles malas políticas públicas que pueden resultar de un gobierno que concentra tanto poder. Salieron capitales tras la noticia de que Morena y aliados se llevaron el carro completo, que “el Plan C” es una realidad. 

Un análisis de Control Risks que circuló en redes sociales, también el día de ayer, identificó y ponderó varios de los riesgos que en este escenario enfrentan las ganancias de los inversionistas en la economía mexicana. Aquí te platico sobre los más dañinos que se perciben, aunque tienen distintas probabilidades de ocurrir según este estudio. 

El más relevante, el único con un muy alto nivel de probabilidad es la posible ineficiencia y retrasos del desempeño de una nueva burocracia. En segundo lugar, la falta de certeza jurídica y las posibles reformas al régimen laboral, con un nivel alto de probabilidad. Siguen, con una probabilidad media de suceder, las nacionalizaciones y expropiaciones, la inestabilidad política, las reformas a la regulación energética que lleven a la ineficiencia y por último, el estatismo del sector y cambios regulatorios que afecten la inversión en infraestructura.

En lo personal, me preocupa que al menos cinco reformas alimenten esta percepción de riesgo: 1) la reforma al Poder Judicial, que busca designar a juzgadores mediante elecciones. De aprobarse, debilitará su capacidad de resolver disputas y ser un contrapeso efectivo del Ejecutivo y Legislativo al hacer valer las reglas de juego. Además, es inviable implementarla para todos los jueces, y hay evidencia de que reformas similares han fracasado en otras latitudes al paralizar los procesos de justicia cuando la nominación de candidatos se traba por tensiones políticas.

Otra reforma muy delicada es: 2) la reforma para elegir por voto popular a los consejeros electorales y los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), ya que puede impedir que los postulados y elegidos cuenten con el perfil idóneo y termine mermando el desempeño de su encargo y del sistema democrático.

En el ámbito laboral, destaca 3) la propuesta de elevar anualmente el salario, lo que es deseable, pero puede representar una carga importante que afecte el empleo y los niveles de inflación.

En el sector energético, 4) la reforma que busca limitar la inversión privada en Pemex y CFE para poder revitalizarlas, lo que se traduce en ingreso e inversión limitados, una transición energética lenta e insuficiente y una situación patrimonial endeble.

Por último, preocupa que se vaya a echar para atrás 5) la reforma a las pensiones del periodo neoliberal —de Zedillo—, y aún más, sin tener claro en qué consistirá el nuevo esquema y su viabilidad financiera.

Este escenario deja a la virtual presidenta con una enorme tarea: generar confianza. Al haber prometido el segundo piso de la Transformación, ahora toca que revele las líneas de su verdadero margen de maniobra. Esto la obligará más pronto que tarde a revelar su plan de gobierno y si está dispuesta a descartar políticas de AMLO que se identifican como de alto riesgo. Debe definir cuáles serán las reglas del juego que ella propone.