¿Quién para prevención?
No está bien que las posiciones clave del gobierno federal estén vacantes. No está bien, porque las organizaciones necesitan liderazgo para operar bien, inclusive las más sólidas y consolidadas. El Banco de México y el Inegi tienen personal de carrera y sólidas estructuras de gobernanza y aun así necesitan de una cabeza. No sólo por las responsabilidades adscritas a la titularidad, sino también por el sentido de dirección que los liderazgos imprimen.
La titularidad de la subsecretaría de Prevención y Participación Ciudadana estuvo vacante muchos meses, lo mismo que otros puestos clave dentro de la misma dependencia. La política de prevención sufrió de ese desacomodo no sólo por el hecho de que la carga de trabajo se tuvo que repartir entre menos personas, sino también por la incertidumbre que el propio proceso sucesorio generó en el interior del equipo. En retrospectiva parece claro que esta designación estuvo aguardando el fin del proceso electoral para que, en un corte de caja, el gobierno federal se pusiera a mano con su aliado político. De paso, nos dejó ver qué tanto se aprecia a la prevención en los círculos altos de esta administración.
El paso breve de Arturo Escobar por la subsecretaría acabó por desestructurar lo que existía. En principio, porque su nombramiento no terminó con la pugna sucesoria, sino que, incluso, la avivó. Otros suspirantes al puesto vieron en su debilidad una razón para mantener su expectativa encendida. Y toda entidad sufre cuando hay más competencia que cooperación entre sus cuadros. Pero, además, la llegada de Escobar provocó renuncias y relevos en distintas posiciones. Los recién llegados, en una mayoría, no tienen experiencia previa en el tema. Es así que en un lapso corto logramos poner a la política pública en vilo. Quien llegue a esta subsecretaría, esperemos que pronto, va a definir si la política se colapsa o se fortalece. A los mexicanos, sobre todo a aquellos que están en situación de riesgo, nos conviene que sea la segunda opción.
Desde mi perspectiva, un primer atributo de un próximo subsecretario debe ser el entendimiento sobre el tema. La prevención no es política social; la prevención no es política criminal. Está entreverada con ellas y sería ideal que existiera un modelo integrador. Sería fenomenal que nuestra política de seguridad llegara a ese punto. Un liderazgo que lo entienda sería de tremenda utilidad para empezar a tejer algo distinto en esta materia. El próximo subsecretario debe asumirse como un constructor de este modelo y no sólo el operador de un programa o el administrador de un subsidio.
Un segundo atributo debe ser el entendimiento fino de las trabas de nuestro federalismo. La de prevención es una política que se define a nivel central, pero se ejecuta en el ámbito local. Y conocemos las dificultades de procesos de ejecución de esta naturaleza donde están involucradas distintas agencias y distintos ámbitos de gobierno. Un enjambre de intereses y procesos que hacen muy difícil una implementación eficaz. El hecho es que tenemos que trabajar con lo que existe, y un subsecretario que entienda los hilos de ese enjambre resultará más efectivo que el que se deja envolver en él.
Un tercer atributo es la neutralidad o desapego, por decirlo de alguna manera. La capacidad de recibir la crítica constructiva sin convertirlo en un asunto personal. Pero también la capacidad de revisar lo que se ha hecho hasta ahora y tener la disposición a reconocer debilidades y corregir. La continuidad sin revisión o latabula rasa caprichosa son dos extremos que no nos convienen. Hay que construir sobre lo que existe, guiados por evidencia, por conocimiento, por opinión de expertos, por evaluación.
Un cuarto atributo es la claridad de objetivos. Cuando se tiene claro el puerto de llegada es más fácil trazar el camino que conecta la circunstancia actual con la deseada. Una política pública exitosa tiene este punto como precondición. De ahí se construye una teoría de cambio y se despliegan los instrumentos para la intervención. Hay que afinar los objetivos de esta política y alinearlos con la disponibilidad de financiamiento que se achica de manera sensible.
Ojalá una visión de Estado guíe el nombramiento del titular de esta subsecretaría. Una dilación insensata le hizo un daño brutal a su equipo y a la política misma. Esta subsecretaría es lucidora, constructora de capital político para su titular. Por eso es apetecible para quienes juegan en esas lides. Por eso es una buena moneda de cambio para alianzas pasadas y las que están por venir. Pero si cayéramos en cuenta de lo que la prevención implica, no jugaríamos, como lo hacemos, con el nombramiento de su titular.