Ojos a la obra, ¿quién dice yo?
Edna Jaime / El Financiero
El Poder Legislativo de Tabasco votó en días pasados a favor de facilitar las adjudicaciones directas para proyectos prioritarios, como la construcción de una refinería y el paso del Tren Maya en la entidad. El hecho es gravísimo. Las adjudicaciones directas son esquemas de contratación que deben ser excepcionales ya que, al ser procedimientos no competitivos, pueden no ofrecer las mejores condiciones de contratación para el Estado. Además de prestarse a todo tipo de corruptelas. Ocurrencias como ésta son un síntoma del problema crónico de la contratación pública en México.
A propósito de este problema que aqueja al país, México Evalúa presentó los resultados de las evaluaciones a las contrataciones públicas en tres grandes proyectos infraestructura: el Tren México-Toluca, el Paso Exprés y el Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM).
¡Ojos a la Obra! es la iniciativa que propone México Evalúa para observar la transparencia, eficiencia y eficacia de los proyectos de infraestructura y generar recomendaciones para maximizar el valor de la inversión pública. Las principales conclusiones fueron las siguientes:
Proyectos mal planeados. Encontramos que los procesos de construcción inician sin contar con un diseño del proyecto suficientemente desarrollado e incluso hay casos en los que ni siquiera está contratada la supervisión de la obra, lo que genera problemas en distintos aspectos cruciales. Por ejemplo, se realizaron ajustes diversos a la construcción inicial de la barda perimetral del NAIM; cambios de trazo en el Tren México-Toluca y la definición del diseño del proyecto a la par de los trabajos en el Paso Exprés.
Proyectos sin competencia. Aparentemente en los tres proyectos hubo alta competencia por los contratos. Sin embargo, sólo se evaluaron un tercio o menos del total de las ofertas presentadas por contratistas. Por ejemplo, en el caso del Paso Exprés el elevado nivel de descalificación de propuestas en el contrato principal de la obra, lo convirtió en un procedimiento en realidad “no competido”, puesto que sólo participaron dos opciones de 23 iniciales.
Existe un alto nivel de descalificación por cuestiones administrativas (menores) que impide que se realice un análisis técnico que permita identificar a los contratistas idóneos. En mucho casos, se encontraron requisitos excesivos que redundaron, justamente, en descalificaciones innecesarias.
Gran parte de las empresas participantes en las licitaciones de los tres proyectos fueron descalificadas por razones de precio. Sin embargo, el precio no es el mejor criterio para valorar propuestas cuando el diseño del proyecto no está listo porque no es posible cotizarlo de manera realista.
Sobrecosto importante en los tres megaproyectos. El Tren México-Toluca tenía originalmente previsto un costo total de 33 mil 741 millones de pesos. Pero, hasta agosto de 2018, el monto programado va por los 59 mil 217 millones de pesos, un 77% más. En el caso del Nuevo Aeropuerto, el costo inicial que se preveía en 2014 era de 168 mil 880 millones de pesos. Aunque, actualmente se prevé una inversión final de 285 mil millones, 68% más. Para la obra del Paso Exprés, en Cuernavaca, Morelos, el monto inicial previsto era de mil 274 millones y acabó costando un 73% más: 2 mil 213 millones de pesos.
Ante este panorama, es crucial reformar el marco legal y las malas prácticas al contratar. Se requieren nuevos procesos institucionales, técnicos e independientes, para una oportuna preparación de los proyectos de infraestructura, que sigan un orden adecuado en la planeación, supervisión y construcción de las obras públicas. También es necesario mejorar el diseño de las licitaciones públicas para que éstas cuenten con convocatorias, que incluyan toda la información técnica requerida, los calendarios de entrega y se eliminen requisitos excesivos que deriven en descalificaciones innecesarias. La lista, como se puede observar, es inmensa.
Seguramente los legisladores en Tabasco se sintieron abrumados ante la enorme tarea que implica desarrollar proyectos de infraestructura de calidad que generen valor para los mexicanos. En cambio, optaron por formalizar un mecanismo “rápido” que abre la puerta a la discrecionalidad y la cierra a la rendición de cuentas. Ojalá rectifiquen porque, estoy segura, cada vez habrá más ojos puestos en las obras.