No queremos escuchar una sola voz
Por Edna Jaime (@ednajaime) | El Financiero
Todavía hoy, apreciable lector, es posible que en estas líneas presente los hallazgos del análisis que realiza México Evalúa sobre los problemas públicos más apremiantes para el país. Lo digo porque en la mayor parte de mis colaboraciones presento los resultados del análisis de la institución y confiadamente puedo decir que utilizamos información pública, la generada por las propias instituciones. Un escudo y una limitante a la vez. Escudo, porque es información pública oficial. Si alguna institución se incomoda con nuestro análisis, lo hacen sobre su propio desempeño, porque nosotros agregamos valor haciendo análisis, formulando preguntas específicas, pero la información proviene de ellas y de los registros oficiales. Somos mensajeros de información que se genera de manera oficial. Molestar al mensajero no cambia la realidad de los registros.
México Evalúa trabaja con datos, información pública disponible que generan las propias instancias gubernamentales, en ocasiones por un mandato de ley que las obliga a la máxima publicidad, por mandamientos orgánicos de cada dependencia o porque tenemos acceso a ella a través de las peticiones de acceso que están sustentadas en un derecho humano fundamental establecido en el artículo 6 de nuestra Constitución. Solemos decir “gracias” al funcionario público que la otorga, pero es su obligación. Quien la niega, incurre en responsabilidad para la cual no hay sanciones en la realidad. En este ámbito, querido lector, también existe un espacio sin consecuencias. Éste es el mayor reto de nuestro derecho a saber. Una ley y una institución sofisticadas (La Ley General de Transparencia y el INAI) que tutelan el derecho, pero que no cuenta con los dientes suficientes para generar un costo a quien no cumple o cumple parcialmente.
Debemos proteger al órgano garante de una intención de exterminio de bajo perfil: no es su eliminación de jure al modificar nuestro marco constitucional, para lo que el presidente está imposibilitado, pero sí es una parálisis de facto.
En tiempos normales, estaríamos discutiendo cómo diseñar el mecanismo de sanción de una conducta ilegal en materia de acceso a la información. Estaríamos pensando en la fase dos de un esquema de protección a un derecho. Porque si no hay sanción para quien la incumple, la norma se debilita. Esto es lo que quedó corto en la ronda anterior de reformas en la materia. Estamos, sin embargo, tratando de proteger al órgano garante nacional de su parálisis, ocasionada por la falta de comisionados en su Pleno que le permita sesionar. Debemos proteger al órgano garante de una intención de exterminio de bajo perfil: no es su eliminación de jure al modificar nuestro marco constitucional, para lo que el presidente está imposibilitado, pero sí es una parálisis de facto, postergando la designación de quienes deciden sobre los recursos de revisión, uno de los temas por lo que existe la institución.
El ataque al INAI es lo portentoso, lo visible. Pero permítanme decirles que desde que inicio esta administración la información disponible en distintos ámbitos no se actualiza o pierde calidad. Estos intentos vociferados para paralizar al INAI son una invitación muy sugerente para mandar a volar al demandante de información. En México Evalúa cada vez más recibimos respuestas de ‘no disponible’, ‘no existente’ y cosas absurdas que se quedan en la nube de la impunidad. Aquí también existen. Es una violación a la norma sin consecuencias. Para ejemplificar, quisimos hacer el cálculo de impunidad por delito y en nuestras gráficas los NA (información no disponible) son múltiples. No quisiera imaginarme el futuro si continuamos así: gráficas con puros no disponibles.
La información permite a una sociedad conversar, con base en parámetros aceptados. Sabemos, por la información disponible, que nuestra esperanza de vida creció por algún tiempo y ahora se estanca. Como personas esta información nos permite imaginar un futuro y construir los elementos para vivir los momentos que construyen ese porvenir. A las autoridades les permite hacer planeación actuarial sobre la necesidad de recursos públicos para cumplir con las pensiones y eventualmente en los esquemas de financiamiento de los mismos.
El mundo de hoy es información, vuela a nuestro alrededor. Y sin embargo la administración actual quiere silencios. Que resuene una sola voz. Una contradicción monumental cuando la inteligencia artificial produce respuestas en segundos.
Yo reflexiono sobre el trabajo de México Evalúa. Hoy podemos colocar en el debate público datos: la atención de cáncer infantil ha caído hasta casi desaparecer. También pueden manifestar nuestro desconcierto porque información sobre temas educativos desaparece como información de carácter interés nacional de los catálogos del Inegi, y porque podemos hablar de desaparecidos y el dolor que implica para familias y para la nación. La información es parte de nuestro tejido. El acceso garantizado a ella es fundamento de nuestra democracia. Si paralizan al INAI, nos dan golpe bajo a todos. Porque no podremos discernir igual sin la información vital que da sustento a nuestras conversaciones, sofisticadas y también banales.
En los regímenes autoritarios hay una sola voz, una sola conversación, una sola interpretación de la realidad. Cuando pienso en esto siento que estoy en un cuarto en que las paredes se encogen hasta asfixiar.
Lo del INAI es tan sustantivo como esas paredes. Queremos que sostengan un cuarto muy amplio que nos permita respira discernir, convivir, dialogar. Sin eso ¿qué somos?: súbditos que escuchan una sola voz.