Mis lecturas
Luis Rubio (@lrubiof) | Reforma
“El libro es la única herramienta inventada por el hombre que no es una extensión del cuerpo, sino de la mente”
Jorge Luis Borges
Pocos temas tan álgidos en la discusión pública, en México y en el mundo, como la forma de conducir los asuntos económicos. Trump, Brexit y AMLO personifican la contracorriente a la era de la liberación comercial: el énfasis siendo no lo ganado y los beneficios alcanzados, sino las pérdidas, los perdedores y la desigualdad resultante. John Tomasi encara el fenómeno de manera directa, pero con un enfoque excepcional: en Free Market Fairness hace un planteamiento filosófico argumentando que sí es posible lograr las dos cosas: la eficiencia económica que proveen los mercados con la justicia que reclama la población. Su propuesta es que es factible sumar los argumentos de F.A. Hayek, héroe de los liberales, con los de John Rawls, héroe de los que persiguen la justicia a partir de la igualdad. Para Tomasi, la legitimidad democrática sólo es alcanzable cuando se logra en la presencia de justicia social y derechos de propiedad, las anclas de cada una de aquellas corrientes filosóficas.
Noah Rothman escribe un texto sobre la justicia social, intitulado Unjust, “Injusto”, en el que afirma que el énfasis en justicia social para la actividad política entraña una visión victimista que no hace sino minar la democracia y la libertad de expresión. Situado en el contexto de la política estadounidense, en que la identidad de las personas o grupos se ha tornado el factor central de disputa, Rothman aboga por una visión centrada en la democracia y la búsqueda de la equidad que conduzcan a la movilidad social. Leído en el contexto mexicano, muy distinto al norteamericano, el texto permite visualizar lineamientos filosóficos fácilmente utilizables para mejorar nuestros propios debates internos.
Por casualidad me encontré un libro relativamente viejo, sobre la naturaleza de la presidencia mexicana. En El hombre que lo podía todo, todo, todo, Juan Espíndola Mata analiza el mito de la presidencia todopoderosa. Es un análisis retrospectivo de la presidencia de la era del PRI vista desde la disfuncionalidad que tuvo lugar en los años de Fox. En lugar de poderes absolutos, argumenta el autor, el presidente vivía en una constante negociación con grupos de interés que procuraban avanzar sus objetivos. El presidente, en el centro del sistema, tenía seguramente más poder que el que le concede el autor, esencialmente por el maridaje entre el partido y la propia presidencia, pero el argumento es implacable.
Victor Bulmer-Thomas* argumenta que Estados Unidos es un imperio (un término severamente disputado en ese país) y que está en camino hacia convertirse en una nación “normal,” que no será tan poderosa pero que estará en paz consigo misma. Se trata de un argumento controvertido pero poderoso porque, además de estar sustentado en una acuciosa investigación histórica, responde a la lógica que llevó a Trump al gobierno, situándolo como un síntoma más que como causa de la guerra intestina que vive esa nación respecto a su poder, responsabilidad como potencia y requerimientos internos de solución de problemas cotidianos. Buena lectura.
Todo fluye, de Vasili Grossman, fue una revelación, gracias a Leonardo Curzio. Crónica novelada de la era stalinista de la Unión Soviética, el texto muestra la falibilidad humana, la capacidad destructiva de un sistema de gobierno opresivo e incompetente, las relaciones humanas sometidas a los miedos y manipulaciones del poder y una economía inviable, arrojado la tragedia social a plena luz del día. Nada como la ausencia de libertad para evidenciar la vitalidad humana.
Sophia Rosenfeld** ataca uno de los asuntos más politizados del momento, la verdad en la vida política. Siguiendo una secuencia histórica, evalúa las afirmaciones en el sentido que las “fake news” son algo novedoso y llega a una conclusión por demás relevante para el mundo tan polarizado de hoy: la verdad no existe; al igual que la democracia, la verdad es algo que se va forjando de manera consciente y colectiva. Sólo así existen “hechos” y perspectivas que todo mundo comparte y da por buenas. Enorme el desafío para la sociedad moderna, encandilada en la información ubicua, instantánea y siempre sujeta a interpretaciones discordantes.
Peter Pomertansev publicó este año la secuela a su extraordinario libro Nada es cierto: todo es posible. En aquel volumen, el autor describía los absurdos de su trabajo en la televisión rusa y la manera en que se deformaba la realidad para acomodarla a los intereses del poder. En su nuevo texto, This is Not Propaganda: Adventures in the War Against Reality, Pomerantsev va más allá del mundo de Putin al que se refería su primera obra para expandirla hacia la corriente que ha hecho suya la estrategia de las noticias falsas, las famosas “fake news”. Lo extraordinario del libro es que, al contrastar la estructura de control absoluto de la comunicación en la era de la dictadura soviética con el caos mediático de nuestra era en que todo se vale, el mundo de hoy queda al desnudo, evidenciándose como algo no muy distinto al de entonces: el potencial de infinita manipulación para controlar no cambió mucho, tan sólo adquirió otras modalidades.
*Empire in Retreat, **Democracy and Truth