Los think tanks en el mundo pos-covid
Por Edna Jaime (@ednajaime) | Fundación MacArthur
Los centros de pensamiento, o think tanks, somos una fuente de ideas y propuestas sobre temas como la seguridad, la justicia, la educación, el empleo, la desigualdad y, desde luego, la salud. Trabajamos para ser un puente entre el conocimiento académico y la práctica gubernamental. Con nuestras investigaciones buscamos ayudar a la sociedad a entender mejor cómo está operando el gobierno y señalamos las áreas donde los ciudadanos deben exigir a los funcionarios mejores resultados.
Sin embargo, en años recientes, desde la política se había venido dando un cuestionamiento severo al conocimiento técnico. En el Reino Unido, los artífices del Brexit sentenciaron: “Ya tuvimos suficiente de los expertos”. En Estados Unidos, Donald Trump calificaba como “Fake news!” a toda la evidencia que contradice sus decisiones. En México nos decían, no hace mucho, que “no tiene mucha ciencia gobernar”. Los think tanks, con nuestros estudios, datos y metodologías, nos convertimos en invitados, a veces incómodos, a la discusión sobre política pública.
La pandemia del coronavirus ha cambiado ese panorama. La ciencia, el conocimiento experto y las decisiones basadas en evidencia han vuelto a ocupar el lugar que les corresponde en las decisiones gubernamentales. El mundo admira a los países que, con la ciencia como escudo, han logrado contener la fuerza de la primera oleada del virus, y cuestiona a los liderazgos que, ignorando a los especialistas, creen más en su instinto político que en la evidencia dura.
La respuesta médica a la pandemia es sólo el primer frente de batalla. Detrás del virus y sus trágicas consecuencias humanas vendrán las secuelas sociales y económicas. La más obvia y amenazante es la recesión global, cuya profundidad y duración está todavía por verse. También vendrán cambios y desafíos en las esferas de las finanzas públicas, la salud, la seguridad pública, la procuración de justicia, la educación y la lucha contra la corrupción. Las capacidades para diseñar e implementar políticas públicas eficaces, eficientes, basadas en evidencia y sujetas a mecanismos de evaluación y rendición de cuentas serán todavía más importantes en un mundo pospandemia, caracterizado por gobiernos con recursos fiscales limitados y crecientes exigencias sociales.
El trabajo de los centros de pensamiento tendrá que adaptarse a esta “nueva normalidad”. Nuestras recomendaciones tendrán que ser más concretas y aplicables que nunca. Sin perder de vista el largo plazo, tendremos que esforzarnos por ayudar a los gobiernos a resolver el aquí y el ahora. Con mentalidad global, deberemos hacer un esfuerzo mayúsculo por reforzar a las instituciones desde lo local, pues hemos aprendido que es ahí donde se gestan las mejores soluciones a los grandes desafíos. Y, desde luego, tendremos que ser interlocutores cercanos no sólo con el gobierno y los expertos, sino también con la sociedad, con la que debemos tener un diálogo más directo.
Así es como México Evalúa visualiza su rol en el mundo pospandemia. A lo largo de nuestros primeros 10 años de vida hemos contado con el invaluable apoyo de importantes organizaciones aliadas, fundaciones, universidades y grupos de base. A partir de lo construido en esa década, avanzamos hacia el futuro convencidos de nuestros valores: rigor técnico, independencia política, libertad de pensamiento, democracia y rendición de cuentas, y la búsqueda permanente de justicia. Esos valores nos darán la fuerza para enfrentar los desafíos que tenemos por delante, y nos servirán como una sólida base para luchar por un México y un mundo mejor.