Los pesos y centavos del Pacto por México
El proceso de aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2013 transcurrió sin contratiempos y en un tiempo récord. Tomó tan sólo diez días. Quizá por la celeridad con que se aprobó en esta ronda, es que no hayamos reparado lo suficiente en su sustancia. El paquete presupuestal 2013 tiene componentes inerciales, porque los compromisos asumidos por el gobierno federal y el margen de maniobra existente para reasignar no da para más. Pero sí incluye algunas de las prioridades de la presente administración, que también fueron compromisos de campaña, y puntos concretos acordados por distintas fuerzas políticas en el marco del Pacto por México. En el entusiasmo que éste ha generado, no hemos reparado en sus costos, en los pesos y centavos que habremos de asignarle y que saldrán de nuestros bolsillos.
Eréndira Avendaño, coordinadora del programa de gasto de México Evalúa, se dio a la tarea de analizar el PEF 2013 y, dentro de él, los rubros asociados al Pacto. La conclusión de su estudio es una: no hay Pacto sin reforma fiscal. La forma que adopte dicha reforma y los destinos que se les den a los recursos adicionales recaudados a través de ella, serán determinantes de nuestro futuro. Por eso hay que tomárnoslo muy en serio. Retomo algunos de los puntos más importantes de dicho estudio.
1. En 2013, el monto aprobado para el presupuesto de egresos es de 3.9 billones de pesos, 3.1% más respecto a 2012. De este gran total, los diputados sólo modificaron 25 mil millones de pesos, 0.6% del gasto neto total. De ese tamaño fue su huella en el presupuesto que habrá de ejercerse este año.
2. El Decreto del PEF 2013 considera un déficit cero, de acuerdo con lo que estipula la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria. Esto es, el PEF mantiene un equilibrio entre ingresos y gastos, aunque, ojo, esto implicó no contabilizar el gasto en inversión de Petróleos Mexicanos y sus organismos subsidiarios.
3. El PEF 2013 contiene medidas de austeridad para reducir el gasto corriente con una meta de dos mil millones de pesos. Este monto representa el gasto de la Presidencia de la República para este mismo año.
4. Este ejercicio presupuestal estará inscrito en la recientemente aprobada Ley General de Contabilidad Gubernamental, una de las últimas reformas impulsadas por el entonces presidente Calderón, que obliga a mayor transparencia en el uso de recursos, sobre todo los federalizados, en rubros como la educación, salud, infraestructura social y seguridad.
Y en cuanto al Pacto, en este PEF se materializan algunos de sus compromisos:
1. En principio se crean ocho programas nuevos que suman 11 mil millones de pesos con los que se espera atender asuntos relacionados con servicios de salud, educación, ciencia y tecnología, prevención del delito, fomento a emprendedores, atracción de inversión extranjera y seguro de vida para jefas de familia.
2. Para estos nuevos programas —que se entregan en forma de subsidios— no existen reglas de operación a excepción del programa Seguro de Vida para Jefas de Familia. ¿Qué significa lo anterior? Que la modalidad en la que operarán dichos programas no define un universo potencial de beneficiarios, una población objetivo, así como tampoco reglas claras y transparentes para acceder al subsidio. Todo lo anterior dificultará su seguimiento y evaluación.
3. En este PEF se fortalecen programas preexistentes asociados al Pacto, como el programa de 70 y más, el de Escuela Digna y Escuelas de Tiempo Completo, entre otros.
4. En total, estos programas representan 180 mil millones de pesos y cubren tan sólo 20 compromisos del Pacto. La viabilidad del resto está condicionada a una reforma fiscal.
Por lo expuesto, el estudio concluye que los compromisos del Pacto resultan abrumadoramente superiores a la capacidad de recaudación y de gasto del Estado mexicano. No sólo eso, implican una carga presupuestal del largo plazo. Estamos comprometiendo a los niños de hoy (y a los que todavía no nacen) a asumir los compromisos contraídos hoy.
Por ello insisto: hoy más que nunca la calidad del gasto importa, lo mismo que los mecanismos de monitoreo y evaluación al mismo. Porque no queremos que con riqueza extraída de nuestros bolsillos, nuestras empresas y nuestro esfuerzo financiemos gasto y programas que derrochen recursos, o, peor que eso, que por su lógica política afiancen a un partido en el poder.