Los aviones y la seguridad
No dudo que el Estado mexicano tenga y desarrolle sistemas de inteligencia que le permita realizar operativos y despliegues que los lleve a la captura de los capos criminales de distintos niveles, como sucedió en la administración anterior y continua en la actual.
Tuve la oportunidad de participar en la sesión de ayer del Consejo Nacional de Seguridad Pública y en la reunión privada previa, la que encabeza el secretario de Gobernación, con autoridades federales y mandatarios estatales. En ella expresé una preocupación respecto a la manera que definimos nuestra política de seguridad. Y como se rinde cuentas sobre ella. El tema de la exposición fue la información.
Este no es un tema particularmente atractivo para mandatarios estatales que se encuentran en el ojo del huracán, lidiando con entornos de violencia e inseguridad que los rebasan. Tampoco para quienes ganan popularidad con acciones más visibles, de esas que procuran votos. Construir capacidades en materia de recopilación y análisis de la información es una tarea que se realiza fuera del reflector, por eso la abrazan sólo los políticos con visión. Los que entienden su centralidad para dar entrada a una nueva generación de políticas y estrategias en materia de seguridad. Las que nos han prometido pero que no llegan, justamente porque no tenemos con qué construirlas. Nos hace falta esa materia prima esencial.
Para hacer mi punto en dicho foro, utilicé el símil de un avión en vuelo que súbitamente pierde los instrumentos de navegación. Un avión en marcha que tiene que navegar sin radar, sin altímetro y sin giroscopio. Un viaje que realiza en la incertidumbre y se mantiene quizá sólo con intuición.
Así visualizo nuestra navegación en el entorno turbulento de violencia e inseguridad que nos ha tocado vivir en los últimos años. Hoy, el sistema mexicano de seguridad pública es como un avión al que le hacen falta esos instrumentos de navegación.
Sería un tanto injusto afirmar que en esta materia estamos en blanco. En la administración anterior se dieron avances importantes. Se hizo una inversión millonaria en Plataforma México, un sistema de acopio y análisis de información que pudo haberse convertido en un sistema de inteligencia con gran potencia para dirigir las acciones en materia de seguridad. No conozco en qué fase se encuentra dicha plataforma. Si puede ser rescatada o ya se da por perdida. Quizá la manera en que fue concebida no empató con las capacidades reales con que contábamos en ese entonces para hacerla funcional. Compramos un Ferrari, pero nos faltaron los conductores, los mecánicos y las pistas donde hacerlo correr. Pero al final del día, ahí está el primer esfuerzo para darle elementos sustantivos a la operación en terreno que realizan nuestras fuerzas de seguridad.
Dicho lo anterior, no dudo que el Estado mexicano tenga y desarrolle sistemas de inteligencia que le permita realizar operativos y despliegues que los lleve a la captura de los capos criminales de distintos niveles, como sucedió en la administración anterior y continua en la actual. La pregunta es si este tipo de inteligencia sirve a los cuerpos de seguridad locales que deben velar por nuestra seguridad. Justamente por eso creo que seguimos anclados en la vieja estrategia, porque no tenemos las condiciones para llevarla a otro nivel: la de la atención de delitos que nos afectan directa y cotidianamente. Los instrumentos vigentes están hechos para otro fenómeno.
Por eso es muy positivo que en la última sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública se haya logrado aprobar un punto de acuerdo por el cual los gobernadores, en coordinación con el Centro Nacional de Información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública se comprometen a: consolidar áreas de análisis, información y estadística de las instituciones locales de seguridad pública; equipar esas áreas, dotándolas de sistemas y programas informáticos; reclutar y capacitar los recursos humanos que operarán esos sistemas; estandarizar los criterios y procesos de operación; y evaluar y verificar las bases de datos. Centros de “inteligencia locales” que recopilen y procesen información tan granular sobre incidentes delictivos que, siguiendo el símil, doten a los pilotos (estrategas y operadores locales) de los instrumentos de navegación.
Si no queda en letra muerta, estos procesos pueden ser tan torales y complementarios de los que se realizan (o deben realizarse) en el ámbito de profesionalización de nuestros policías. Si pudiéramos consolidar ambos, estoy segura de que nuestro problema de inseguridad adquiriría otra dimensión.
Como invitada ciudadana permanente a las sesiones del CNSP celebro este acuerdo, el que impulsé con convicción. El reto es que no se convierta en un pronunciamiento más en ese cúmulo de acuerdos que se pierden con el tiempo. El nuevo paradigma de la seguridad tiene que fundamentarse en información. Este instrumento de navegación que nos ha hecho tanta falta