La relación armas – homicidios en México

En cinco años el número de hogares que adquirieron un arma de fuego para protegerse de la inseguridad aumentó en 60 %. Sin embargo, esto no sólo genera una espiral de violencia que nos pone en riesgo a todos, sino que es contraproducente para los que deciden conseguir armas.

 

 Marianna Gabutti y Mariana Nolasco | Animal Político 

Estamos frente una crisis de seguridad que no había vivido el país desde hace seis años, no sólo por la cantidad de homicidios registrados, sino también por su nivel de violencia.

Entre 2009 y 2016, los homicidios perpetrados con arma de fuego representaban alrededor del 50 por ciento de los homicidios totales. Este 2017 llegaron a 65 por ciento. Para dimensionar lo anterior, el pasado mes de junio, las armas de fuego fueron responsables en promedio de dos homicidios dolosos cada hora y poco más de una lesión al día[1].

 

 

En el imaginario colectivo, las armas suelen ser utilizadas por funcionarios dedicados a la seguridad, por el crimen organizado y en una menor media por delincuentes del fuero común. Sin embargo, la impunidad y el clima de desconfianza hacia las instituciones han llevado a cada vez más hogares a comprar armas: así, en cinco años el número de hogares que adquirieron un arma de fuego para protegerse de la inseguridad aumentó en 60 %. Estos pasaron de 145 mil 939 en 2011 a 232 mil 746 en 2016[2].

Parece que la población mexicana se está armando con el objetivo de ser menos vulnerable a la violencia. Sin embargo, esto no sólo genera una espiral de violencia que nos pone en riesgo a todos, sino que es contraproducente para los que deciden conseguir armas. De acuerdo con Ilona Szabó, experta en control de armas del Instituto Igarapé, en Brasil, cuando un ciudadano responde con un arma de fuego a una agresión, tiene 180 veces más probabilidades de morir que cuando no reacciona. Asimismo, una persona que posee un arma en su hogar tiene 57 por ciento mayor probabilidad de ser asesinada durante un asalto en su casa que alguien que esté desarmado. También señala que la presencia de un arma en casa aumenta en 272 por ciento el riesgo de que una mujer sea asesinada como consecuencia de violencia doméstica[3].

Lo que nadie puede negar es que a mayor número de armas mayor número de homicidios[4]. Un estudio reciente realizado en Brasil muestra que un incremento de 1 por ciento en el número de amas en circulación está relacionado con un aumento de 2 por ciento en la tasa de homicidios[5]. Es decir, la disponibilidad de armas es uno de los factores principales que contribuyen a la prevalencia de la violencia letal.

Es necesario reconocer que la portación de armas de fuego en México se ha expandido y que su impacto no sólo afecta a personas dedicadas a la delincuencia organizada. Enrique Peña Nieto declaró en la 42ª sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública que el 50 por ciento de los homicidios registrados en el país no está relacionado con el crimen organizado sino con fenómenos delictivos locales como el robo, el secuestro, el pandillerismo, la violencia intrafamiliar y la violencia contra la mujer[6]. ¿Entonces qué estamos esperando para implementar programas y tomar acciones que atiendan esta urgencia?

La evidencia indica que México tiene un grave problema de violencia social asociada con armas, cuya resolución debe colocarse como una prioridad dentro de la agenda de seguridad nacional para reducir los homicidios.

Sabemos que el control de armas y municiones no es por sí solo la solución a la epidemia de violencia que afecta a nuestro país[7]. No obstante, desde la iniciativa de México sin Homicidios, estamos convencidos de que, para disminuir los homicidios, necesitamos evitar que las armas lleguen a manos de quienes tienen más probabilidad de usarlas de forma equivocada.

Por ello, recomendamos:

  • Realizar campañas de sensibilización orientadas a crear conciencia sobre los riesgos que implica tener un arma en comunidades con altos niveles de violencia.
  • Mejorar el control de armas mediante la adopción de sistemas de registro para su adecuado monitoreo e identificación, así como el seguimiento de la compra de municiones.
  • Implementar programas efectivos de despistolización permanentes y focalizados en comunidades con altos índices delincuenciales.

México merece paz y las elecciones de 2018 son una buena oportunidad para que los candidatos coloquen como prioridad nacional regular y reducir la posibilidad de acceso a armas en el país, así como presentar estrategias integrales y focalizadas que atiendan de manera efectiva este problema.

 

* Marianna Gabutti es social media manager del proyecto Campaña de Reducción de Homicidios en México de México Evalúa (@mexevalua), y Mariana Nolasco es investigadora del mismo proyecto. Las autoras agradecen los comentarios de Cecilia Real, Laurence Pantin, así como los gráficos de Miguel Cedillo.

 

 

[1] Cálculos propios con base en los delitos de fuero común reportados por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).

[2] David, Jimena y Furszyfer, Jonathan. “¡Arriba las manos… andamos armados!”, junio 2016. Disponible aquí.

[3] Ilona Szabó. El impacto de las armas en la violencia: el caso de Brasil. Disponible aquí.

[4] Harvard Injury Control Research Center. Homicide. Disponible aquí.

[5] Instinto de Vida. Latinoamérica puede bajar el homicidio en un 50 por ciento en 10 años ¿Cómo hacerlo? Disponible aquí.

[6] Véase 42 Sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública aquí.

[7] Instinto de Vida. Latinoamérica puede bajar el homicidio en un 50 por ciento en 10 años ¿Cómo hacerlo? Disponible aquí.