La realidad que no cuadra: derechos humanos y negación
Ante la evidente crisis de derechos humanos en la que se encuentra sumergido el país, la negación ha sido la reacción desde las autoridades. Negar el problema, sin embargo, sólo se traduce en imposibilidades para enfrentarlo, para proponer soluciones y para poner fin a la situación. Hoy, esa carencia de soluciones efectivas empieza a tener consecuencias tangibles para el gobierno mexicano.
Por: Karen Silva (@karensvm)
Negar un hecho es lo más fácil del mundo.
Mucha gente lo hace, pero el hecho sigue siendo un hecho.
Isaac Asimov
Hace unos días, el diario estadounidense The Washington Post, hizo público un reportaje en el que asegura que el Departamento de Estado de los Estados Unidos ha decidido reducir el apoyo económico que anualmente otorga al gobierno mexicano, como parte de la cooperación para el combate a las drogas (Iniciativa Mérida), al considerar que nuestro país ha fallado en alcanzar determinados estándares en materia de derechos humanos.
El gesto es significativo, pues una situación similar nunca antes había sucedido y, en términos simbólicos y diplomáticos, representa una consecuencia negativa importante para el gobierno mexicano. Es conocido que Estados Unidos ha sido uno de los principales interesados y promotores de la guerra contra las drogas encabezada por el Estado mexicano. La sanción que se está imponiendo desde el gobierno estadounidense es una señal de que la comunidad internacional tiene el lente sobre México y está preocupada por la profunda crisis de derechos humanos que atraviesa.
Frente a esta situación, la Secretaría de Relaciones Exteriores dijo respetar los procesos internos en Estados Unidos, pero rechaza las prácticas unilaterales para juzgar la situación de derechos humanos en el país. Este comportamiento, que consiste en minimizar la situación y descalificar las intervenciones de autoridades y gobiernos extranjeros, ha sido constante en los últimos meses. Ante la preocupación y los señalamientos de la comunidad internacional, el gobierno mexicano se ha empeñado en mantener su actitud de negación, como si de esa manera el problema simplemente desapareciese.