La brecha puede convertirse en abismo
Por Edna Jaime (@ednajaime) | El Financiero
Un tema dará sentido, estructura y razón de ser al Foro de París sobre la Paz en su cuarta edición: las brechas de desigualdad. Se eligió un título para la edición por demás elocuente. En inglés es Mind the gaps, que en español sería algo así como “Cuidado con los huecos”. La expresión original, cortita pero muy potente, se acuñó para alertar a los usuarios del Metro de Londres sobre el riesgo de tropezarse con el hueco que se hace entre el andén y el acceso al vagón. En el contexto del Foro el significado debe tomarse muy en serio: el hueco es una brecha social. Con este mensaje se quiere prender una alerta: si las brechas no se cierran, nos vamos a caer.
El Foro de París sobre la Paz es una iniciativa que lanzó el presidente de Francia, Emmanuel Macron. Se inauguró en 2018, en el centenario del Armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial. Se suele usar el referente de las Grandes Guerras para ejemplificar el fracaso de los mecanismos de gobernanza globales. Cuando no hay una buena gobernanza, el conflicto y los problemas prevalecen.
La pandemia, claro está, no estaba ni cerca del horizonte cuando el Foro se creó, pero le ha impreso una relevancia particular. Dado que en él se han abordado los déficits y las oportunidades para construir gobernanza global para asuntos que apremian, la pandemia tomó un lugar primordial. ¿Resultará exitoso el Foro en la consecución de sus objetivos? Posiblemente. Lo seguro es que está generando conversaciones importantes y proponiendo esquemas innovadores para abordar estos temas. El resto está en manos de otros actores globales.
Este llamado a tener “cuidado con el hueco”, me parece bien importante para México. Pienso que éste debe ser el eje estratégico de las políticas públicas futuras. No lo es en esta administración. El gobierno de AMLO, tan ambiciosos en términos de poder, es muy pobre en términos de políticas públicas que logren resultados para elevar el bienestar de los mexicanos.
A mí me gustaría ver que los actores políticos comenzaran a congregarse en torno a una agenda básica. Los mínimos que el país necesita para salvaguardar derechos y promover la prosperidad para todos.
Bienestar es la etiqueta que se usa para todo lo que hace este gobierno. Sin embargo, por obra u omisión provoca lo contrario. La evidencia de ello empieza a provenir de distintas fuentes: organismos internacionales, instituciones estatales, organizaciones de sociedad civil. El presidente puede responder que estas instancias son “ultratécnicas”, y que no palpan el sentimiento de la gente, del pueblo. Esta negación de la evidencia hace que el presidente no corrija, y lo convierte en responsable de que el hueco, la brecha, se haga mayor en el país.
Hace unas semanas escribía en este espacio sobre el efecto del cierre de escuelas en el aprovechamiento escolar. Es devastador en términos de aprendizajes. El impacto, sin embargo, es muy desigual: los niños y jóvenes de familias pobres son más castigados. El Banco Mundial y el BID están generando evidencia al respecto. La brecha se ensancha.
En el tema de salud, el impacto de la pandemia también es brutal. La subinversión crónica en el sistema de salud limitó su capacidad de respuesta frente a la crisis, y está causando un desplazamiento en la atención de otras enfermedades que eleva los índices de mortalidad en algunos padecimientos, como no se había visto en años. A su vez, las familias mexicanas con menos recursos están desembolsando más para atención a la salud (lo que se conoce como gasto de bolsillo), con un efecto empobrecedor muy grande. En pocas palabras, el deterioro es enorme.
En 2024 tendremos que reelaborar todos nuestros diagnósticos, porque vamos a encontrar nuestras líneas base en niveles inferiores que a inicios de sexenio.
Mientras tanto, el presidente ha decidido destapar sus corcholatas. Tenemos ya un grupo de suspirantes apuntados para sucederlo. Me pregunto cuándo vamos a destapar las corcholatas de las ideas, cuándo comenzaremos a discutir lo que es conveniente para el país en el futuro. Me gustó el artículo de Sergio Aguayo publicado esta semana en el periódico Reforma, donde plantea que hemos construido un esquema de gobernanza donde “una abigarrada constelación de actores” influye en el espacio público. A mí me gustaría ver que estos actores comenzaran a congregarse en torno a una agenda básica. Los mínimos que el país necesita para salvaguardar derechos y promover la prosperidad para todos.
Porque la oferta que ofrecen los actores tradicionales de la política es pobre. Guiados por sus instintos básicos, su preocupación está centrada en seguir viviendo del presupuesto. Nuestros partidos políticos no quieren o no pueden enarbolar las agendas que son relevantes en este país. Están extraviados o, más bien, muy concentrados en lo de siempre.
Tuve oportunidad de estar en una conversación con Anne Applebaum, una estudiosa de los regímenes autoritarios, en la que advirtió que los partidos políticos no asumen las agendas emergentes y relevantes que surgen en nuestras sociedades. Sí lo hacen las organizaciones no gubernamentales, las cuales, sin embargo, no están hechas para disputar el poder y ganar elecciones. Así surge el divorcio: quienes tienen las agendas no tienen el poder; los que tienen el poder no les importan las agendas sustantivas en una la sociedad.
La idea de cerrar las brechas estoy segura de que es compartida por muchos mexicanos. La alerta de “cuidado con el hueco” debe movernos. Así como el Foro de París lo busca para el mundo, lo debemos buscar para el país. Ésta es la agenda prioritaria.