Homicidios y la elección que viene
En el quinto año de gobierno, y a punto de comenzar las campañas presidenciales, es momento para colocar la reducción de homicidios como prioridad nacional.
Mariana Nolasco (@anairamzepol) y Cynthia Castañeda (@ccastan3da) / Animal Político
Con 21 mil 200 víctimas de homicidio doloso de enero a septiembre, 2017 no sólo se ha convertido en el año más letal del sexenio de Enrique Peña Nieto, sino también en uno caracterizado por la expansión del fenómeno a lo largo del territorio nacional. Hoy, estados que en 2012 tenían mejores condiciones de paz destacan por sus altos índices de violencia letal. Si preservar la vida es la función primordial del Estado, ésta no se está cumpliendo.
Ahora que estamos terminando el quinto año de gobierno, y que están por comenzar las campañas presidenciales, es momento para colocar la reducción de homicidios como prioridad nacional.
Al inicio de la actual administración, el gobierno federal pretendió dar un giro a la política de seguridad al enfocarse en acciones preventivas y en la creación de la Gendarmería[1]; sin embargo, el promedio mensual de averiguaciones previas por homicidio doloso subió 9 % de 2012 a 2017, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). Cinco años después, no sólo experimentamos un incremento de la violencia letal, sino también su expansión.
En 2012, las carpetas de investigación por homicidio doloso se concentraban principalmente en cinco estados de la zona norte del país (Chihuahua, Sinaloa, Tamaulipas, Nuevo León, Durango) y tres del sur (Guerrero, Morelos, Colima), mismos que registraron una tasa anual superior a los 29 homicidios por cada 100 mil habitantes.
Para 2016, los altos niveles de violencia llegaron a más entidades. En Baja California Sur las averiguaciones por este delito aumentaron 385 %, en Zacatecas 128 %, Tabasco 113 %, Baja California 88 %, Oaxaca 79 %, Hidalgo 73 %, Colima 70 % y Michoacán 66 %.
La epidemia no se detiene este año. La tendencia[2] de 2012 a 2017 indica que, de seguir la situación como en los últimos meses, no sólo el homicidio se mantendrán a la alza, sino que el problema se expandirá a más de la mitad del país.
El caso más alarmante es Baja California Sur, entidad con una tendencia a la alza de 917 % en estos cinco años. Al inicio del sexenio, se cometieron 2.9 homicidios por cada 100 mil habitantes al mes; en 2016 ocurrieron 16 cada mes, y 2017 cerraría en más del doble con 34 homicidios perpetrados al mes. Le siguen: Baja California, en donde aumenta 220 % en 2017, Tabasco 181 %, Hidalgo 137 %, Colima 113 %, Oaxaca 92 %, Tlaxcala 85 %, Aguascalientes 75 %, Veracruz 60 %, Querétaro 54 %, Michoacán 53 %, Puebla 46 %, Ciudad de México 40 %, Yucatán 32 %, Guanajuato 31 % y Sonora 26 %. Todas estas son entidades que al principio de la administración no padecían esta epidemia de violencia.
Los números muestran un panorama inquietante y parecerían indicar que la violencia letal es incontenible. La situación que vivimos no es normal y tampoco lo es seguir con estrategias de seguridad que no han dado resultados. ¿Qué están haciendo los gobiernos para concentrar esfuerzos y recursos en torno a la meta de reducir los homicidios en el país?
Contrario a lo que pueda parecer, no se trata de un objetivo imposible. Ya existen propuestas para atender este problema crónico, no sólo en México, sino en otros seis países de América Latina. Desde Instinto de Vida, alianza regional de la cual se desprende la campaña México Sin Homicidios, hemos formulado planteamientos de política pública basadas en evidencia que permitan reducir la incidencia de este delito a través de intervenciones que eviten a toda costa la reproducción de la violencia, respeten el acceso a la justicia y se enfoquen a resultados más allá de concientizar.
Decenas de organizaciones en América Latina ya son parte de la campaña. Ahora, toca el turno a empresarios, funcionarios, ciudadanos, y en especial, candidatos a un cargo público en México, para que se sumen a esta iniciativa contra un problema que no, no es normal y tampoco es aceptable.
Si en el sexenio de Felipe Calderón la violencia incrementó exponencialmente y en el de EPN no se logró contener el problema y se propagó hacia otras regiones, ¿será un nuevo gobierno capaz de asumir el compromiso y atenderlo? El primer paso será que las y los aspirantes a gobernarnos dejen de ignorar el tema de la reducción de homicidios para incorporarlo de forma explícita en sus campañas. Para este fin, desde Instinto de Vida y México Sin Homicidios tenemos propuestas dirigidas al trabajo con personas, lugares, facilitadores, instituciones y entornos.
Queremos que la violencia letal deje de ser un tema desatendido para convertirse en un eje fundamental del debate rumbo a las boletas del próximo año. ¿Quién de los aspirantes se anima a ser el primero o la primera en escucharlas y suscribirlas?
* Cynthia Castañeda es responsable de la Campaña México Sin Homicidios de @mexevalua, y Mariana Nolasco es investigadora del área de seguridad. Las autoras agradecen los comentarios y sugerencias de David Ramírez, Jesús Gallegos y Alan López.
[1] Véase “Los 3 ejes de seguridad de Peña Nieto: ¿estrategia diferente o déja vu?”, Expansión, 2016.
[2] En términos generales, se trata de obtener cuántas AP y CI del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública se han reportado (en promedio) al mes durante 2017 y compararlas con las que sucedieron (en promedio) al mes durante 2012.