Gobierno: #DéjameTrabajar
Por Ana Lilia Moreno (@analiliamoreno) | El Sol de México
En 2021 muchos países han experimentado un mayor dinamismo por la reincorporación de los sectores productivos a sus actividades, tras haber superado lo más álgido de la pandemia y avanzar en sus programas de vacunación contra la covid-19. Los paquetes de apoyo para amortiguar el impacto de la contracción económica en la población ya arrojan resultados. En Iberoamérica observamos distintas velocidades de recuperación dependiendo de las reglas del juego, esto es, el marco regulatorio bajo el que operan las empresas de los diferentes países. Ya se sabe: “quien quiere tienda que la atienda”, pero si los empresarios tienen que dedicar casi tanto tiempo al cumplimiento de trámites burocráticos como a las actividades que les permitirían volver a sus niveles óptimos de funcionamiento –atención de clientes e inversiones, u optimización de estructuras de costos–, ¿hay manera de atenderla?
En respuesta a este escenario, un grupo de seis centros de pensamiento de Iberoamérica trabajamos en equipo para elaborar el primer Índice de Burocracia en América Latina, que publicaremos el 9 de noviembre. A través de él medimos el tiempo que los micronegocios (nos enfocamos en ese sector, el más vulnerable) de los principales sectores productivos de cada país dedicaron en 2020 al cumplimiento regulatorio de Argentina, Brasil, Colombia, México, Venezuela y España. El ejercicio también echó mano de entrevistas de campo con microempresarios, lo que nos sensibilizó sobre los obstáculos que en muchas ocasiones se convierten en historias que van de lo cómico a lo trágico, y que pueden ser tan complicadas que impactan negativamente en la rentabilidad y supervivencia misma de las empresas.
Brasil, sorprendentemente, registró la menor carga de tiempo, con 115 horas anuales. El segundo país con mejores resultados, España, duplica los valores de Brasil. Y es que en este país se identifica un esfuerzo gubernamental destinado específicamente a flexibilizar las exigencias a la pequeña empresa a la hora de realizar trámites. México y Colombia registraron un promedio de 500 horas, la mayor parte de las cuales corresponden a labores relacionadas con trámites asociados al empleo, como la contratación y el despido, litigios laborales o cumplimiento con autoridades de seguridad social. Argentina y Venezuela registraron los peores resultados, con cerca de 1,000 horas al año, en promedio, dedicadas principalmente a realizar trámites fiscales en entornos digitales poco accesibles.
En México, fue en el ámbito sectorial donde encontramos los mayores cuellos de botella, lo mismo para ganaderos, publicistas, taxistas que gasolineros. Si bien los empresarios reconocen avances en materia de pagos de impuestos y la conversión de muchos trámites al mundo digital, también relatan el sufrimiento que viven por cambios constantes en la normatividad de sus sectores; por falta de claridad en la información sobre procesos a seguir o formatos a utilizar; por incertidumbre sobre tiempos y rutas autorizadas para el transporte de sus mercancías; por tiempos dedicados al juego de la extorsión frente a las autoridades y por la sobrerregulación. Además, no pasa desapercibida la persistente presencia de sus competidores desleales: los informales, quienes suman un 56% de la población económicamente activa y que no tienen que cumplir con tantos trámites burocráticos. Ellos, los informales, sí pueden dedicar más tiempo a impulsar su negocio, a atender a sus clientes y enfocarse en aumentar las ventas. ¿Ironía? No. Es el resultado de un sistema en el que los incentivos están puestos al revés.
Hacemos un llamado a los gobiernos para que tomen nota y empaticen con los microempresarios formales, quienes sólo ruegan que los dejen trabajar.