El eslabón más débil acabó matando a Debanhi
Por Edna Jaime (@ednajaime) | El Financiero
La muerte de Debanhi pudo evitarse. Como se podrían prevenir los 10 asesinatos de mujeres que ocurren cada día en este país, si las instituciones funcionaran razonablemente bien; si las instituciones de seguridad y justicia cumplieran con lo básico, que comienza con el procesamiento de la información. Me duele escribir este texto porque en México Evalúa, y en lo que a mi persona corresponde, llevamos años buscando una cura para la enfermedad crónica que es nuestra debilidad institucional. Y no la encontramos. La Secretaría de Seguridad Pública y la Fiscalía de Nuevo León se han mostrado torpes, insensibles, incapaces. Y eso que son de las mejores en el país. Aplausos por ciertos logros no les han faltado.
Le dejo a usted que elija las palabras que describan el desempeño de las autoridades locales en este caso. Y puede mandarles un mensaje en Twitter que exprese su frustración. Las autoridades de Nuevo León actuaron negligentemente, no hay más. Aun conociendo el caso, no hicieron nada o hicieron cosas inapropiadas, lo cual duele a la sociedad entera. Ese dolor debe llegarles.
Estoy convencida: esas muertes pueden evitarse. En México Evalúa tenemos muchos años trabajando y aprendiendo sobre los temas de seguridad y justicia y, créanme, sí existen modelos de intervención para prevenir las muertes violentas. Porque la mayoría de ellas están asociadas a patrones o conductas que van dejando huellas, o existen contextos o factores de riesgo que aumentan su probabilidad.
Un feminicidio es una expresión extrema de violencia que presumiblemente tuvo antecedentes que pudieron plasmarse en algún registro administrativo, que acabó por extraviarse. Si este registro hubiera sido parte de una base de datos robusta, susceptible de ser analizada, podría haber detonado una alerta. Los sistemas de información deben servir para justo eso: establecer riesgos, detonar alertas y servir como base para descifrar patrones o hacer diagnósticos con el fin de intervenir.
Las unidades de información y estadística de las secretarías de seguridad y de las fiscalías son el eslabón más débil; no hay la infraestructura tecnológica ni la capacitación de los recursos humanos.
Tenemos enormes dificultades para desarrollar bases de datos. En lo que respecta a la información estamos en un mundo bipolar. Por un lado, tenemos lo macro o el deber ser. La parte que se funda en convenciones internacionales sobre los parámetros para el registro de información relacionada con violencia contra las mujeres, en donde están también las normas técnicas y los manuales de registro. En la otra parte está la realidad de la operación cotidiana de las instituciones de seguridad y justicia, donde se carece de casi de todo. Conectar el mundo ideal con el mundo de las realidades es una tarea monumental, que si no se ejecuta producirá debilidad de respuesta en las instituciones. Debilidad de Estado.
Cuando hablamos de la construcción de capacidades nos imaginamos cuestiones monumentales. No pensamos en lo básico. Por ejemplo, en la información o criterios con base en los cuales se toman decisiones. ¿Cómo decide la policía de un municipio el despliegue de su fuerza?, ¿cómo establece los parámetros de sus intervenciones?
En México Evalúa tenemos bastante experiencia en este tema. En la administración anterior tuvimos algún grado de involucramiento con una nueva metodología de registro de incidentes delictivos, desarrollada por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Comentamos los manuales de capacitación, dimos seguimiento a los mismos. Se buscaba que las procuradurías y fiscalías del país contaran con una base mínima de capacidades para realizar este trabajo adecuadamente.
También hemos trabajado con policías de distintos municipios y analizado la información que llega al 911. La conclusión es que hay mucha información que llega a la autoridad, pero ésta se desperdicia. Y muy pocas capacidades en las instituciones para realizar registros que se conviertan en información útil para la toma de decisiones. Por eso es que no entendemos el fenómeno de violencia contra las mujeres, y que instituciones que se dicen bien dotadas reaccionen de manera estúpida frente a fenómenos o casos que irrumpen. Las instituciones son tontas mientras no actúen con base en información. A menos de que, aun contando con ella, protejan el statu quo o encubran a alguien o una red de alguienes… No sé qué podría ser peor.
Frente al caso de Debahni, tardé mucho en reaccionar. No puedo creer que en este país las mujeres desaparezcan y mueran de esta manera. Y que alrededor de la investigación y de la cobertura mediática haya tanta misoginia. La primera sensación es la de querer gritar. Otra más serena es tratar de aportar algo en la generación de capacidades y políticas públicas que lleven a prevenir, sancionar y erradicar estas violencias.
De lo que hemos trabajado en la institución, pienso que la contribución más importante es ésta: construir información. Porque somos unas convencidas de que la política pública bien hecha transforma realidades. Y la política pública bien hecha necesita de análisis y evidencia.
Tenemos un montón de trabajo dirigido hacia a ese propósito. Hemos trabajado de la mano de policías municipales para construir una cadena de flujos de información en la que no se pierdan eslabones. Pero también hemos palpado de cerca la realidad: las unidades de información y estadística de las secretarías de seguridad y de las fiscalías son el eslabón más débil; no hay la infraestructura tecnológica ni la capacitación de los recursos humanos. Esto no da votos… hasta que estalla una crisis.
La muerte de Debahni pudo ser evitada. Señalemos a quienes no pudieron evitarla.