El barril sin fondo de los ingresos del gobierno

Los ingresos “milagrosos” del gobierno federal que han mantenido a flote las finanzas públicas tras la caída de los precios del petróleo no provienen de la reforma hacendaria, sino de la descapitalización de empresas productivas del estado y de colocación de deuda.

Por: Mariana Campos (@mariana_c_v) y Esther Ongay (@Eongay)

Basta de decir que la Reforma Hacendaria ha permitido mantener el barco a flote.

Si bien la Reforma Hacendaria ha permitido obtener mayores recursos, éstos no fueron suficientes para compensar el boquete que generó la caída de los ingresos petroleros en las finanzas del Gobierno Federal.

Estos ingresos, con todo y coberturas petroleras, cayeron más de medio billón de pesos en 2014 y 2015. A pesar de que el Gobierno Federal anunció en noviembre de 2014 que había cubierto la totalidad de los ingresos petroleros de 2015, no fue así. En este rubro, el Gobierno Federal dejó de ganar 124 mil millones de pesos en 2014 con respecto a 2013 y 406 mil millones de pesos en 2015 con respecto a 2014.

En el mismo periodo, el Gobierno recaudó en ISR e IVA 320 mil millones de pesos adicionales a lo recaudado en 2013. Así, la Reforma Hacendaria sólo permitió recolectar el 60 por ciento de los recursos que dejaron de ganarse vía los ingresos petroleros.

El Gobierno nos dice que el remanente ha sido financiado con los ingresos provenientes del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) a las gasolinas que pagan los consumidores de este indispensable producto, por el que recaudó 322 mil millones de pesos en el mismo lapso. Aunque no es objeto de este artículo analizar los pormenores de tasar un producto como la gasolina, es importante señalar que tiene varios. La gasolina es un producto clave para la economía porque incide de manera importante en los precios de la distribución de bienes y servicios, lo que a su vez afecta el nivel de precios general de la economía. Si no se hubiera aplicado este impuesto, las empresas nacionales pudieron beneficiarse de un menor precio de las gasolinas y el diesel en un contexto de baja demanda por exportaciones mexicanas, una ventaja que hoy no pueden disfrutar, como lo hacen otras empresas en el mundo, dificultando su nivel de competitividad en el mercado exterior.

Así, el Gobierno no sintió la necesidad de recortar su gasto durante 2015, como lo había anunciado a principios del mismo año. Esta situación responde a una lógica que opera bajo el principio del barril sin fondo.

El año pasado el gasto público siguió creciendo por encima de los ingresos y por encima de la economía. Lo hizo a una tasa real anual de 5 por ciento, como prácticamente lo ha hecho en los últimos 9 años, sin importar que los ingresos públicos crezcan muy por debajo de ese ritmo, a un tasa 3 por ciento, en el mejor de los casos, o que la economía haya crecido sólo 2 por ciento durante ese mismo periodo.

El reto del Gobierno consiste entonces no sólo en tapar el boquete en las finanzas públicas ocasionado por la baja de los ingresos petroleros de los últimos años, sino también en financiar el creciente diferencial que existe entre lo que ingresa y lo que gasta. La alternativa sería ajustar su gasto en serio.

El ritmo del crecimiento de los ingresos ha estado hasta cierto punto alimentado con vida artificial.

Primero, por la deuda. En los últimos nueve años, la deuda creció en términos reales a una tasa de 7 por ciento anual, es decir, a una velocidad más de tres veces superior a la de la economía y más de dos veces mayor a la de los ingresos públicos.

Segundo, por ingresos cuyo origen es difícil de rastrear y, por lo tanto, cuyo crecimiento es difícil de explicar, pero que, por su tipo contable, son ingresos no recurrentes. De todos los tipos de ingresos del Gobierno Federal, el que ha presentado el ritmo de crecimiento más vigoroso en los últimos 9 años es el ingreso no tributario no petrolero, el cual creció a una tasa real anual promedio de 13 por ciento.

Este ingreso proviene de los recursos generados por productos, derechos y aprovechamientos de bienes de la nación. El Gobierno Federal ingresó 2.3 billones de pesos por concepto de aprovechamientos en el periodo analizado. Además, en promedio, cada año este ingreso ha superado lo aprobado (esperado) en la Ley de Ingresos de la Federación (LIF) por 168 mil 108 millones de pesos y representó 12.7 por ciento de los ingresos del Gobierno Federal en 2015.

Sin embargo, el público ignora el origen de estos milagrosos ingresos. En particular, en la Ley de Ingresos de la Federación no se explica de dónde proviene la mayor parte de los aprovechamientos que se aprueban mediante esta ley. Desde 2010, 94 por ciento de los aprovechamientos aprobados se clasifican como “otros”, es decir, sin un desglose apropiado. Tampoco se explican sus fuentes de financiamiento durante o al término del año fiscal: en ninguno de los informes de ejecución del presupuesto ni en la Cuenta Publica, se menciona de dónde vienen sus recursos, mismos que crecen 15 por ciento anualmente.

En este contexto, la Auditoría Superior de la Federación (ASF), en su revisión de la Cuenta Pública 2014, solicitó información al SAT para comprender el origen de los aprovechamientos que el Gobierno Federal recibió durante 2014 bajo la etiqueta “otros”[1]. Desafortunadamente, la información presentada por el SAT dejó más preguntas de las que contestó, las cuales seguramente abordaremos en artículos posteriores:

  • 33.1 por ciento de los 211 mil 800.6 millones de pesos etiquetados como “otros” aprovechamientos que recibió el Gobierno Federal fueron obtenidos mediante un “retiro del patrimonio invertido de la nación” en PEMEX.
  • 15 por ciento de los aprovechamientos que recibió el Gobierno Federal fueron obtenidos mediante un “retiro del patrimonio invertido de la nación” en CFE.
  • 8.5 por ciento de estos aprovechamientos corresponden a recursos de cuotas y aportaciones para seguros de retiro, cesantía e invalidez del ISSSTE.
  • 7.13 por ciento de estos aprovechamientos se obtuvieron del capital de la Banca de Desarrollo, en específico de Nacional Financiera.
  • 33.6 por ciento de aprovechamientos se obtuvieron por derivados de la colocación de bonos. Es decir, gran parte del monto restante se obtuvo mediante deuda.

Esto implica que el Gobierno Federal consideró como “ingresos” en 2014 recursos provenientes de la descapitalización de empresas productivas del estado y de los ahorros de entidades paraestatales. No se cuenta con una justificación para estas decisiones, ni con un análisis del impacto que pueden tener en las finanzas públicas y la vida nacional en el futuro.

Preocupa profundamente que una parte de los ingresos del Gobierno Federal provenga de fuentes no recurrentes de cuestionable sostenibilidad, así como de colocación de deuda, la cual no fue aprobada por el Congreso y que no queda claro que se encuentre contabilizada debidamente. Urge limitar la capacidad del Gobierno Federal de gastar ingresos excedentes durante el ejercicio fiscal.

Además, queda pendiente confirmar si esta práctica se utiliza desde antaño y es la explicación del origen de los ingresos “milagrosos”.

Con un recorte del gasto en 2015 que no fue, otro que está en “veremos” y un avance de la Reforma Hacendaria que no logra cubrir los boquetes en las finanzas públicas de los últimos años, resulta aún más preocupante el ritmo de crecimiento de la deuda (por cierto ahora más cara) y las señales que apuntan a la descapitalización del estado para mantener el ritmo del gasto. La irrealidad del presupuesto está llegando a un punto de quiebre. La caída de los ingresos petroleros representa un reto enorme cuando la lógica hegemónica es la del barril sin fondo. Bajo esta lógica no es viable seguir manejando las finanzas públicas si se busca que el barco llegue a buen puerto.

@mexevalua

[1] ASF, 2015, Auditoría Financiera y de Cumplimiento: 14-0-06100-02-0085.