Destejiendo confianza
Edna Jaime (@EdnaJaime) / El Financiero
Los asuntos relacionados con el TLC con Norteamérica (TLCAN) nos tienen en alerta. Sabemos que hay un proceso de renegociación en marcha, que hay asuntos muy álgidos sobre la mesa y que es probable que las negociaciones acaben naufragando con un desenlace poco deseado para el país. A lo largo de este proceso hemos aprendido a controlar nuestros miedos. Del pánico de sentirnos desamparados sin el TLCAN, transitamos a una preocupación más matizada. Es una reacción de la condición humana el construir corazas contra la percepción de riesgo. Pero es mejor reconocerlos sin tapujos para no sentirnos sorprendidos.
En un texto que se presentó hace unos días, Luis Rubio analizaba una arista del TLCAN que es particularmente importante. El Acuerdo no sólo como instrumento comercial, sino también como un marco de reglas que proveen certidumbre en un país con las incertidumbres asociadas a un Estado de derecho débil. Advertía Luis Rubio en su texto, que también el acuerdo es un anclaje que obliga a la responsabilidad en materia del manejo económico. Una contención externa frente a la debilidad de nuestros contrapesos internos. El fin del TLCAN abre la puerta al abismo porque en los más de veinte años de su vigencia, el país sigue en la miseria en cuanto a algunas instituciones que dan soporte al Estado de derecho y contención al uso arbitrario del poder.
Este contexto, que es de suyo complicado, debiera ameritar acciones que tejieran una red de protección. Decisiones que mostraran al mundo que el país tiene un compromiso con el fortalecimiento del Estado de derecho. Y al respecto, es interesante el momento en que vivimos por la convergencia de dos procesos. Por un lado tenemos un TLCAN que tambalea, pero por el otro, la oportunidad de fortalecer instituciones clave en nuestro país. Hoy como nunca antes, la mesa está puesta para que llegue el comensal y se sirva con cucharada grande. Tenemos en marcha procesos muy relevantes para dejar de ser el país que hemos sido. El que necesita de un acuerdo comercial y de inversión para ser creíble.
El tema del momento es la procuración de justicia. Tarde pero al fin reconocemos que es una pieza clave en la que convergen distintos temas de nuestra dolida democracia (corrupción, violación de derechos humanos, inseguridad). Así como en el viejo régimen priísta fue una pieza clave para asegurar disciplina y control político, hoy lo es para el control del poder. Para que el abuso tenga consecuencias. Para que la ley esté por encima de quien pretenda burlarla.
En el tema hay varios expedientes abiertos: la reforma al artículo 102 constitucional que plantea la transición de la PGR a la Fiscalía. En 2014 cuando este artículo se reformó originalmente, se dejaron cabos sueltos que deben ser reforzados, otros abolidos (como el pase directo del Procurador a Fiscal General). También está en la lista de pendientes legislativos trabajar en la ley orgánica de la Fiscalía. Tema por demás relevante para no tener un tránsito de membrete sino un cambio de verdad.
En la mesa también está el nombramiento del nuevo procurador, del fiscal anticorrupción y pronto sabremos si también el fiscal en materia electoral.
Muchos temas, todos centrales para el país en esta coyuntura.
No es particularmente complejo entender que impulsar estos cambios legales y colocar a personas idóneas en los puestos vacantes serviría para ir tejiendo una red de protección que nos detenga si el peor escenario con el TLCAN se actualiza. Sin embargo, no se ve entusiasmo en el presidente o en sus bancadas legislativas para promover estos asuntos en los mejores términos posibles. Lo contrario es más visible. La remoción del titular de la FEPADE nos deja entrever en dónde están puestas sus prioridades.
No se a ciencia cierta si el fiscal en materia de delitos electorales violó el código de conducta de la PGR o la ley. Todavía no conozco una argumentación que le de sustento a esas faltas. Lo que sí creo es que las formas pudieron ser muy diferentes. En el modo se dejó ver un ánimo de revancha. Los modales del viejo México que sigue tan vivo.
Vaya manera de destejer confianza y credibilidad en el momento que necesitamos hacer justamente lo contrario.
* La autora es directora de México Evalúa.
Twitter: @EdnaJaime