De lo local a lo global: claves para medir la transición energética subnacional
Por Ana Lilia Moreno
El aumento constante de las actividades industriales ha conducido a un incremento en las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), a tal punto que reducirlas, hoy, supone uno de los mayores retos de la civilización. Más específicamente, las emisiones urbanas siguen incrementándose, debido a que no se han creado las condiciones suficientes para la adopción generalizada de energías limplias[1], para lograr mayor eficiencia energética y para desarrollar e implementar tecnologías y métodos de absorción de GEI. Estas condiciones, que en conjunto configuran la ‘descarbonización de procesos’ y la ‘transición energética’, exigen transformaciones estructurales en nuestras actividades de consumo, producción y transporte. Y es que al ser las ciudades las emisoras principales de GEI en el mundo, deben ser el escenario principal de la lucha por alcanzar el efecto neto cero[2]; esto es, la condición bajo la cual las emisiones antropogénicas de dióxido de carbono equivalente (CO2e) se equilibran con las remociones de CO2e durante un período especificado[3].
Tal empeño tiene condiciones económicas, tecnológicas, legales, regulatorias, sociales y culturales. Según el Banco Mundial, actualmente cerca del 56% de la población mundial –4,400 millones de habitantes– vive en ciudades, y la prospectiva apunta a que en 2050 dicho porcentaje alcanzará un 70%, un conjunto que contribuirá con aproximadamente el 80% al Producto Interno Bruto (PIB) mundial. Por ello, si la urbanización se gestiona adecuadamente a través de políticas y estrategias que aprovechen los potenciales locales y amplíen el acceso a la tecnología, sí es posible imaginar una disminución de emisiones de GEI y una limitación de los impactos más adversos del cambio climático, particularmente en las zonas más vulnerables del planeta, en África, Latinoamérica, Asia y el Ártico.
Observar y medir la transición energética subnacional
La transición energética, al tiempo que reduce las emisiones de GEI, beneficia a las economías y sociedades locales al fomentar la colaboración entre diferentes actores, incluyendo gobiernos y otros interesados. A pesar de la competencia federal en materia energética en países como México, los gobiernos locales pueden desempeñar un papel importante en el impulso de la eficiencia energética, el desarrollo sostenible, la gestión de residuos y la adopción de energías limpias. Las asociaciones público-privadas son cruciales para el éxito de esta labor.
Por lo demás, la transición energética genera empleo, sobre todo en los ámbitos de la energía solar y eólica y de la eficiencia energética. En contraste, se prevé una disminución mundial de empleos en las industrias relacionadas con los combustibles fósiles. En Estados Unidos, por ejemplo, la Oficina de Estadísticas Laborales pronostica que para 2028 los empleos de mayor crecimiento serán los de instaladores de energía solar –se espera un crecimiento del 105%– y los técnicos eólicos –con un crecimiento del 96%–. Según el “Escenario de Transformación Energética” de la Agencia Internacional de Energía Renovable, el número de empleos en el sector de energías renovables a nivel mundial podría triplicarse, alcanzando los 42 millones para 2050, mientras que los empleos en eficiencia energética se multiplicarían por seis, empleando a más de 21 millones de personas adicionales. Entretanto, se espera que la industria de los combustibles fósiles pierda más de seis millones de empleos durante el mismo periodo de tiempo[4].
Tal es el escenario del futuro inmediato, pero el presente exije atención inmediata: según la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud, el 98% de las ciudades con más de 100 mil habitantes en naciones de ingresos bajos y medios no cumplen con las normas de calidad del aire, y en ellas se concentra más del 90% de las muertes relacionadas con la contaminación, en general[5]. La contaminación del aire en particular provoca más de 6.5 millones de muertes cada año a nivel mundial, y la cifra va en aumento. El plomo y otros químicos son responsables de 1.8 millones de muertes cada año en todo el mundo, una cifra probablemente subestimada.
Sin embargo, a pesar de los beneficios tan claros que la transición energética puede arrojar, también plantea serias desventajas y desafíos, íntimamente relacionados con las dinámicas económicas y sociales de cada localidad. Las desventajas podrían consistir en disrupciones en las dinámicas económicas, con aumentos en costos para la población de algunos insumos, desplazamiento de empleos, subida de costos de infraestructura, una variedad de impactos generados por el cierre de pozos, yacimientos, minas abiertas o las dificultades en el almacenamiento de energía. Pero también hay efectos menos evidentes, como la distribución social desigual de las nuevas tecnologías, la falta de certificaciones y capacidades en los trabajadores que pudiera crear más disparidades, largas curvas de aprendizaje para adoptar nuevos modelos de movilidad e incluso obstáculos políticos, incluida la resistencia de intereses creados.
No son desafíos inabordables si se cuenta con una planificación adecuada, políticas públicas e inversiones. Así, el punto de partida para acelerar los procesos de transición energética a niveles subnacionales es el conocimiento y la adopción de marcos teóricos funcionales, que permitan estructurar en categorías de análisis susceptibles de alimentar indicadores, los cuales son indispensables para identificar fortalezas y amenazas y, en última instancia, diseñar las mejores rutas de descarbonización desde los contextos locales.
A continuación presentaremos dos enfoques de análisis de la transición energética subnacional, y revisaremos la forma en que se han aplicado para evaluar estos procesos en las principales ciudades de China –cuya transición es particularmente compleja, dada su alta dependencia de fuentes fósiles–, como punto de referencia para poder avanzar en su adaptación en las entidades federativas de México.
Enfoque 1 (IRENA): pautas para la gobernanza de la transición energética en las ciudades
En 2021, la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) desarrolló un estudio sobre aspectos de gobernanza para la implementación de energías renovables en ciudades de tamaño mediano, definidas como aquéllas con poblaciones de 30 mil a 1 millón de habitantes. Los hallazgos buscaron respaldar a países como Uganda, China y Costa Rica en la implementación de sus rutas de descarbonización. Según IRENA, lo que motiva la promoción de las energías limpias en las ciudades de estos países son factores como el costo y la accesibilidad de la energía –incluido el acceso a ella–, el cumplimiento de los objetivos de desarrollo económico (que incluyen la capacidad de construir cadenas de suministro locales y atraer y retener una variedad diversa de empresas) y la generación de empleo. Pero la agencia también identifica interesantes retos de gobernanza, relacionados, por ejemplo, con asegurar que las comunidades urbanas más desfavorecidas también tengan acceso a soluciones de energía limpia. IRENA reconoce que detrás de la formulación de políticas públicas en este sentido debe haber un proceso complejo que no sólo intervenga a nivel estructural, sino que también tome en cuenta (y gestione) las múltiples motivaciones ó incentivos que tienen los actores interesados.
Así, IRENA propone un marco para evaluar la transición energética a través de un modelo de motivaciones detrás de la actividad energética municipal o local, con base en cinco dimensiones cuyos indicadores pueden dar una perspectiva amplia de los últimos avances y de los rasgos institucionales que propician cierto tipo de gobernanza en respuesta al clima, la contaminación y el desarrollo social y económico locales. El modelo también incorpora factores que moldean el perfil de las ciudades en categorías como tendencias demográficas, propiedad de los activos energéticos, capacidades institucionales, estructura productiva y zona climática.
Modelo de motivaciones de la actividad energética municipal de Irena
Asimismo, para la elaboración de políticas públicas que impulsen la formación de capacidades desde lo local, IRENA propone trabajar a partir de un marco de competencias municipales. En ese entendimiento, se plantea la necesidad de un actor que coordine el diseño e implementación de regulaciones, que facilite la financiación y realice esfuerzos de concientización de la población.
Enfoque 2 (FEM): balance energético y grado de preparación de la economía
Conectado en muchos aspectos con el enfoque de IRENA, el Foro Económico Mundial (FEM) también ha desarrollado marcos de referencia para el diagnóstico de este tipo de procesos. Se destaca su Índice de Transición Energética 2022, que ha servido como referencia para el diseño metodológico de herramientas que miden las fortalezas y debilidades de las jurisdicciones, con el fin de aprovechar oportunidades y abordar desafíos en dos dimensiones: el balance energético del territorio sujeto a análisis, y el grado de preparación que tiene su economía y su ecosistema institucional para lograr rutas de descarbonización.
Las principales categorías del marco inspirado en el índice del FEM incluyen: política y regulación; precios al carbono; eficiencia energética; inversión y espacio fiscal; estructuras del sistema energético según la composición de fuentes de energía, y potencial para la diversificación. El andamiaje también contempla categorías de seguridad energética; sostenibilidad ambiental en materia de emisiones y políticas ambientales; políticas y gasto en innovación y adopción tecnológica; integración de tecnologías innovadoras; impulso a la formación de capacidades en cuanto a capital humano y prosperidad económica. Estos indicadores combinados proporcionan una visión integral del estado de transición energética de un país.
Caso de estudio: la transición energética en las urbes de China
Los enfoques y metodologías de IRENA y el FEM son vitales para la mitigación del cambio climático y la construcción de economías sostenibles. En China, la intensa urbanización aumenta la demanda energética y emisiones, lo que a su vez impulsa esfuerzos por mejorar eficiencias. A pesar de los desafíos, China ha avanzado en la transición, aumentando la proporción de energías renovables y promoviendo vehículos cero emisiones.
El análisis subnacional, en combinación con las metodologías que revisamos, permite obtener un panorama integral de la transformación energética, con valiosas lecciones para otros países. De hecho, esta integración de perspectivas nos ha servido, desde México Evalúa, para lograr una comprensión más completa de nuestras realidades subnacionales. Veamos entonces los resultados más relevantes de esta aplicación metodológica en varios casos chinos.
Según la Oficina Nacional de Estadísticas de China, sus ciudades representan más del 60% del consumo total de energía en el país, con una tendencia creciente. Este país tiene un alto consumo de energía y depende en gran medida de combustibles fósiles, lo que contribuye significativamente a las emisiones globales. En 2018, por ejemplo, el crecimiento urbano sumó más de 17 millones de nuevos residentes en alrededor de 2 mil millones de metros cuadrados de espacio construido, y más de 22 millones de vehículos. Asimismo, con cifras del Climate Action Tracker (2022), sabemos que el consumo de energía de China y su dependencia de los combustibles fósiles continúan siendo los factores más importantes en el impulso de las emisiones globales.
No obstante, como hemos dicho, China está decidida a reducir el uso del carbón y expandir las energías renovables. Su estrategia de transición energética se basa en aumentar las importaciones de gas natural y fomentar la inversión en energías limpias. ¿En dónde? El sector del transporte en China abarca casi el 50% del consumo de petróleo a nivel nacional. Por ello, el gobierno chino ha dedicado décadas a priorizar las ventas de vehículos eléctricos de baterías, vehículos híbridos enchufables y vehículos eléctricos de celda de combustible. En 2022, con ayuda de subsidios para fabricantes automotrices, la cuota de mercado de este tipo de vehículos superó el 25% en 2022 –la antigua meta del 20% para 2025 quedó ampliamente superada– por lo que se ha planteado una nueva meta: alcanzar un 40% para 2030.
Hallazgos principales del enfoque 1 (IRENA)
Con base en el enfoque de caso cualitativo, IRENA exploró dos distritos chinos, Chongli, en Zhangjiakou, y Tongli, en Suzhou, para comprender sus capacidades y necesidades municipales. Hay que subrayar que la gobernanza de la promisoria transición energética china está dirigida desde el nivel estatal, con planificación centralizada y coordinación entre diferentes niveles de gobierno y entidades.
Así, por medio de análisis de campo, IRENA evaluó los patrones de consumo energético, emisiones y políticas locales. Descubrió que las ciudades chinas son proactivas en la definición de objetivos y políticas, e impulsan subsidios y medidas amigables desde el punto de vista de las energías renovables. Zhangjiakou, por ejemplo, ha fomentado el desarrollo de proyectos eólicos al punto de alcanzar en 2022 la meta de convertirse en una ciudad 100% renovable. IRENA documentó casos de éxito, de los que se extraen lecciones valiosas para otras ciudades, entre ellas, la importancia de adoptar esquema colaborativos en todos los niveles de gobierno, de emprender proyectos de modernización de la infraestructura eléctrica y de electrificación en general para resolver temas sociales urgentes, como la pobreza energética. Otra lección aprendida es el aprovechamiento del impulso de eventos como los Juegos Olímpicos para dar más visibilidad a los procesos de transición energética entre la población, y a la vez atraer apoyo financiero para las estrategias locales.
Hallazgos principales del enfoque 2 (WEF)
El estudio de Shen, Shi, Zhao et al. (2023) utilizó el Índice del FEM para examinar la transición energética en 282 ciudades chinas a lo largo de una década. Evaluaron el desempeño del sistema energético y la forma en que se han preparado estas ciudades para la transición. Identificó una heterogeneidad marcada entre las ciudades, con disparidades regionales evidentes. La mayoría de las ciudades mejoraron su puntaje en el índice compuesto durante el periodo de estudio, pero algunas ciudades mostraron disminuciones, debido a su alta dependencia al carbón.
Los investigadores clasificaron las ciudades en cinco grupos según su estructura industrial y desempeño económico, y encontraron que las ciudades con alta tecnología tenían los puntajes más elevados en el Índice de Transición Energética, mientras que las ciudades productoras de energía tenían los puntajes más bajos.
Conclusiones
Los diagnósticos de transición energética subnacional son esenciales para planificar y aplicar estrategias sostenibles. Modelos como IRENA y el del FEM ayudan a identificar desafíos y oportunidades, a integrar datos para diseñar políticas efectivas, movilizar recursos y medir el progreso. Estos esquemas fortalecen la participación y colaboración de gobiernos, empresas y comunidades para lograr la transición energética. Conocer estas metodologías y sus aplicaciones en economías como la de China puede convencernos de replicar el modelo en México, y de adaptarlo a nuestros contextos y necesidades (tomando en cuenta, por ejemplo, que la economía mexicana es abierta, de propiedad mixta, esto es, con agentes económicos públicos y privados). Desde México Evalúa avanzaremos en este ejercicio en las próximas entregas de El Sextante.
[1] La Ley de la Industria Eléctrica de México, en su artículo 3, párrafo XXII, define a las energías limpias como aquellas fuentes de energía y procesos de generación de electricidad cuyas emisiones o residuos, cuando los haya, no rebasen los umbrales establecidos en las disposiciones reglamentarias que para tal efecto se expidan. Incluyen: eólica, radiación solar, energía oceánica, geotermia, bioenergéticos, biogas, hidrógeno verde, hidroeléctrica, nucleoeléctrica, y nuevas tecnologías que cumplan con los parámetros y normas y normas de eficiencia energética e hídrica, emisiones a la atmósfera y generación de residuos, de manera directa, indirecta o en ciclo de vida.
[2] El número de toneladas métricas de emisiones de CO2 con el mismo potencial de calentamiento global que una tonelada métrica de otro gas de efecto invernadero. (Ecometrica, 2023)
[3] Para conocer los detalles e implicaciones de esta definición, revisar el Anexo I del Climate Change 2023: Synthesis Report, del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, disponible aquí.
[4] Más información en https://www.wri.org/insights/setting-record-straight-about-renewable-energy
[5] Este reporte de The Lancet ofrece la estimación del fenómeno completo: https://www.thelancet.com/journals/lanplh/article/PIIS2542-5196(22)00090-0/fulltext