De fantasmas y acentos: presupuesto 2025
Una de las preguntas que más hicieron los periodistas sobre el Presupuesto de Egresos 2025 fue si reflejaba al ex presidente o a la nueva presidenta. Me di a la tarea de analizarlo.
Mariana Campos (@mariana_c_v) | El Universal
La semana pasada, la Cámara de Diputados aprobó el Presupuesto de Egresos 2025 (PEF). Una de las preguntas que más hicieron los periodistas sobre este tema fue si el proyecto de presupuesto reflejaba al ex presidente o a la nueva presidenta. Me di a la tarea de analizarlo desde esa óptica, y pude identificar a los fantasmas de AMLO, pero también a los acentos de Claudia. Es decir, esas inercias que mantiene la administración actual, pero también el sello propio de la nueva presidenta.
Los fantasmas de AMLO en el PEF 2025
Podemos decir que la negativa a proponer reformas tributarias en el Paquete Económico —cuando sobra evidencia de que son absolutamente necesarias— es un fantasma de AMLO. Sin un cambio estructural que mejore los ingresos, el Estado mexicano estará condenado a limitar los recursos para garantizar derechos fundamentales como salud, educación, infraestructura y el propio crecimiento económico. Además, se mantiene una arquitectura del gasto y de la deuda favorable a la discrecionalidad y opacidad. Eso abre muchas áreas de oportunidad para mejorar la toma de decisiones.
Apostar por las transferencias sociales en perjuicio de los servicios públicos es otra de las inercias de AMLO que arrastra el nuevo gobierno. Los programas de subsidios de 2025 superarán el máximo histórico de 2015 con 1.1 billones de pesos, equivalente al 17.2% del gasto programable, y 24.7 mil millones de pesos (mmdp) o 2.3% más arriba de lo aprobado en 2024. La Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores será el programa más importante al concentrar el 43% de este gasto. En su conjunto, las pensiones contributivas y no contributivas absorberán el 6% del producto interno bruto (PIB) en 2025, consolidándose como el mayor gasto del presupuesto.
En contraste, el gasto en servicios públicos esenciales se vio castigado o estancado, en la misma sintonía que en el gobierno de López Obrador. El presupuesto para salud, por ejemplo, representará apenas 9.5% del gasto total, una cifra menor frente al 10.6% de 2024 y el porcentaje más bajo desde 2016. Si nos enfocamos sólo en el presupuesto en salud para las personas sin seguridad social, el recorte será 22% (84 mmdp) menos a lo aprobado en 2024, para situarlo en 298 mmdp, la cifra más baja desde 2019. Educación también se estanca en el 2.9% del PIB, prácticamente lo mismo de los últimos años del sexenio pasado; sin embargo, el presupuesto para capacitación de maestros de educación pública sufrirá un recorte de 28%.
Los fantasmas de AMLO también aparecen en los recortes al gasto federalizado y al presupuesto del Poder Judicial de la Federación (PJF). Desde 2019, los recursos que la Federación transfiere a los estados han sufrido recortes importantes y en 2025 continuará esta tendencia. Con 7.28%, alcanzan su peor nivel como porcentaje del PIB desde 2008. Sobre el presupuesto solicitado del PJF, vale la pena decir que su autorización sufrió la reducción más relevante en casi 20 años (-16.5%).
Los acentos de Sheinbaum en el PEF 2025
Sheinbaum, en su primer presupuesto como presidenta, parece rectificar algunos excesos del sexenio anterior o al menos hay una señal sutil para corregirlos. Comienzo con el gasto en infraestructura por ejecutor. La Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) recibirá un aumento de 53.8 mmdp, un crecimiento real del 72.9% respecto a 2024, principalmente por los nuevos proyectos de trenes. Así, la SICT concentrará el 15% de la inversión física en 2025, el mayor porcentaje desde 2018. Esto representa un giro hacia la administración civil de las obras públicas, desmilitarizando parte de los proyectos que en los últimos años estuvieron en manos de las Fuerzas Armadas. Este enfoque también podría mejorar la transparencia y rendición de cuentas en la ejecución de las inversiones.
En el rubro de Pemex, hay una reducción del 7% en el presupuesto para la refinación de petróleo. Esta decisión parece reconocer las pérdidas generadas por este segmento del negocio de Pemex y podría sugerir un cambio hacia un modelo más racional de asignación de recursos en la petrolera.
La nueva pensión para mujeres de 60 a 64 años es otro ejemplo de un gasto más racional ante un presupuesto con poco margen de maniobra. Darle prioridad a este grupo de población vulnerable, puede mejorar la progresividad del gasto y es una manera de matizar la universalidad del mismo. Esta podría ser una buena señal en la administración de Claudia, en el sentido de implementar programas hacia sectores con mayores necesidades y con un presupuesto acotado.
El presupuesto de 2025 es un espejo que refleja tanto los fantasmas de AMLO como los acentos de Sheinbaum que muestran un intento de retomar el control civil en la administración pública, racionalizar el gasto en Pemex y focalizar los apoyos sociales.
Será importante seguir la ejecución del presupuesto. Si los fantasmas del pasado no se enfrentan y los acentos del presente no se consolidan, seguiremos atrapados en los vicios y las inercias que impiden el desarrollo que México necesita.