¡Congreso despierta! ¿Deuda para qué?
Es inadmisible que gran parte de nuestro presupuesto se destine a pagar el costo financiero de la deuda y al mismo tiempo crezca el gasto en comunicación social, el pago de aguinaldos o las contrataciones de servicios profesionales.
A unos días de la aprobación de la Ley de Ingresos de la Federación por parte del Congreso, verificar el nivel de disciplina presupuestaria que piensa ejercer el gobierno federal durante el próximo año es sin duda una tarea obligada. El tema del endeudamiento público posiblemente es el más importante a analizar, ya que nos cuesta mucho. Por ello, además de revisar cuánta deuda se solicita, debemos revisar a qué se destina y lo que nos va a costar.
Su incremento injustificado ha sido el talón de Aquiles de la actual administración y la carga que ya representa para el erario alarmó a las calificadoras de valores, que no tuvieron más remedio que amenazar con reducir la calificación de la deuda soberana de México durante 2016.
Recientemente algunas calificadoras disiparon esta amenaza, ya que el ingreso del importante Remanente de Operación del Banco de México (ROBM) en 2017 permitió al gobierno mejorar su posición fiscal y bajar su nivel de endeudamiento. Esperemos que la mejora no sea sólo temporal, ya que en 2018 se avecinan dos retos: 1) el Banco de México podría no generar un remanente de operación comparable al recibido este año, pues éste proviene de la liquidación de reservas internacionales patrimonio de todos los mexicanos, cuyo monto depende del tipo de cambio[1], y 2) es probable que el proceso electoral desafíe los mecanismos existente de disciplina presupuestaria.
En el Paquete Económico 2018, el Gobierno Federal propone un nivel de deuda respecto al PIB menor al del año anterior, lo cual no se había visto en diez años. Tal es así que para el 2018 se plantea que la deuda ampliada sea de 47.3 % del PIB, mientras que en 2017 se aprobó un techo de endeudamiento que permitía llegar a 50.2 %. De hecho, hoy se estima que 2017 podría cerrar con una deuda de 48 % del PIB, lo cual demuestra que el gobierno hizo un esfuerzo para reducirla.
Sin embargo, aunque el nivel de endeudamiento previsto para el próximo año sea menor al de este año, es importante observar en qué se planea gastar esta deuda. El Paquete establece que por cada peso de endeudamiento, el gobierno invertirá sólo 56 centavos. Entonces, es lógico preguntar: ¿a qué se va a destinar el resto del endeudamiento?
Para responder esta pregunta, resulta útil analizar el balance primario propuesto. Éste corresponde a la diferencia entre los ingresos totales del Sector Público y sus gastos totales, excluyendo el costo financiero de la deuda (intereses y comisiones). Este dato nos indica hasta qué punto los ingresos son suficientes para cubrir todos los gastos y el costo financiero de la deuda, es decir, el pago de intereses. Si el balance primario es positivo, significa que los ingresos del gobierno alcanzan a cubrir sus gastos y al menos una parte del pago de intereses.
La buena noticia es que la propuesta de Paquete Económico 2018 prevé un balance primario positivo, por un monto de 197 mil millones de pesos, un monto mayor al previsto para 2017.
Sin embargo, idealmente el balance primario debe ser suficiente para cubrir todo el costo financiero de la deuda. De lo contrario, se tiene que recurrir a más deuda para pagar los intereses.
Por ello, consideramos que el tamaño del balance primario propuesto por el gobierno para 2018 se queda corto, pues permitirá cubrir menos de una tercera parte del costo de la deuda, el cual se estima que alcance 698 mil millones de pesos, casi tres puntos del PIB. ¿Con qué se va a pagar la diferencia? Seguramente con más deuda. Gran parte de los 48 centavos restantes del endeudamiento se irán a financiar este costo financiero.
Si bien el Paquete Económico 2018 nos indica una tendencia a la mejora, aún seguimos en una situación vulnerable, por no decir crítica. El balance primario propuesto no da para pagar todo el costo financiero porque no se han hecho los recortes necesarios a varios rubros del gasto de operación como debió ser el caso desde hace tiempo. Es inadmisible que gran parte de nuestro presupuesto se destine a pagar el costo financiero de la deuda y al mismo tiempo crezca el gasto en comunicación social, el pago de aguinaldos o las contrataciones de servicios profesionales. Necesitamos que nuestros legisladores actúen como contrapeso al Ejecutivo e impongan al gobierno adoptar verdaderas medidas de austeridad
¡Congreso despierta!
* Mariana Campos es Coordinadora del Programa de Gasto Público y Rendición de Cuentas de @mexevalua, colaboradora del Programa de Eduardo Ruiz-Healy en Radio Fórmula. Es licenciada en Economía por el ITAM y graduada con honores como Maestra en Políticas Públicas por la Universidad de Carnegie Mellon.
[1] En 2016, cuando el dólar ganó valor ante el peso, el Banco de México obtuvo una ganancia de más pesos a cambio de los dólares de las reservas, por lo que se generó un importante ROBM.