Cómo usar el 911 para salvar vidas de mujeres

Por Alan López (@alanfabian07) y Max Holst (@mxholst)

En 2019, sólo en el 0.3% de los casos de delitos sexuales ocurridos por abuso, acoso, hostigamiento y violación se abrió una carpeta de investigación. Los datos publicados en la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) nos permitieron hacer tal estimación. Si las estadísticas generadas a partir de las carpetas de investigación son la base para diseñar políticas públicas, a nadie debería extrañar que la crisis por violencia de género esté lejos de ser contenida. ¿Cómo conocer lo que ocurrió en el 99.7% de los casos? ¿Cómo podemos brindar justicia a las víctimas a partir de información incompleta?

La fuente convencional de estadística criminal es tan poco confiable porque, de entrada, las y los mexicanos enfrentamos muchas barreras para denunciar un delito ante el ministerio público. La Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe) 2019 informa que las razones más comunes para no denunciar son atribuibles a la autoridad: pérdida de tiempo (32%), desconfianza en las autoridades (17%), trámites largos y difíciles (9%), y actitud hostil por parte de la autoridad (4.3%). Y cuando finalmente se logra presentar una denuncia, sólo se abre una carpeta de investigación en el 63.9% de los casos.

Como se ve, es necesario contar con otras fuentes de información que nos permitan entender mejor el problema de la violencia de género. Aquí nos enfocaremos en las llamadas de emergencia —911 y otros números de atención—, que ‘capturan’ datos valiosos sobre hechos delictivos y conductas violentas que no llegan necesariamente al sistema de justicia penal, pero que, potencialmente, pueden servir para diseñar estrategias de prevención y reducción de la violencia. El uso inteligente de esta información puede ayudar a salvar vidas.

Para ilustrar las ventajas que pueden implicar estas fuentes, realizamos un análisis de la información pública sobre violencia contra las mujeres que se capta a través de las llamadas de emergencia del 911 y otros números locales de atención. Éstos son nuestros hallazgos.

¿Qué tipo de información brinda (y podría brindar) el 911?

Durante el primer semestre de 2020, el sistema del 911 recibió más de ocho millones de llamadas de emergencias procedentes[1], es decir, corroboradas por la autoridad, de las cuales el 58.3% está relacionada con incidentes de seguridad, que pueden ser presuntos delitos, faltas administrativas —arrancones, consumo de alcohol, grafiti— o accidentes de tránsito.

De todas las llamadas procedentes recibidas por el 911, el 7.4% está relacionada con incidentes de violencia de género, que incluye violencia familiar, violencia de pareja, violencia contra la mujer, acoso u hostigamiento sexual, abuso sexual y violación.

A diferencia de los datos de incidencia delictiva generados a partir de las carpetas de investigación, el Gobierno federal es opaco en relación con las llamadas al 911. Los documentos disponibles no contienen datos abiertos y los archivos PDF publicados no tienen el nivel de detalle necesario para ayudarnos a entender qué otros delitos afectan a las mujeres —por ejemplo, homicidios, trata de personas, agresiones físicas, maltrato infantil— y tampoco permiten conocer en qué municipios o colonias se concentran, pues la información sólo está desagregada por entidad federativa.

La información que sí está desagregada nos permite saber que durante el primer semestre de 2020 se registraron 610,446 llamadas de emergencia sobre incidentes de violencia de género a nivel nacional, lo que representa un incremento de 2.8% respecto al mismo periodo del año anterior. En particular, las llamadas por violencia contra la mujer se incrementaron 45.8%, y el acoso u hostigamiento sexual, 15.1%, durante el mismo periodo.

911 vs. carpetas de investigación

Al comparar las llamadas de emergencia con las carpetas de investigación abiertas por diversos delitos de violencia contra las mujeres nos damos cuenta que presentan patrones y magnitudes distintas. Por ejemplo, en junio de 2020, por cada investigación abierta por el delito de violencia familiar, se registraron tres llamadas de emergencia a nivel nacional.

Si analizamos las diferencias por entidad federativa, vemos que en Tlaxcala, por cada investigación abierta por violencia familiar, se recibieron 208 llamadas de emergencia. En el caso de Campeche, esta relación es de 1 a 139.

Una situación similar sucede con los casos de acoso u hostigamiento sexual. Mientras que en junio de 2020 se recibieron en todo el país 624 llamadas de emergencia por este delito, sólo se abrieron 520 carpetas de investigación.

Es importante aclarar que la diferencia entre las llamadas de emergencia y las carpetas de investigación no necesariamente tendría que ser nula, ya que por un solo hecho delictivo se pueden registrar varias llamadas de emergencia y, si no hay un proceso de limpieza de los datos, se pueden duplicar los registros en varias ocasiones. Además, es una realidad que en algunos delitos y en ciertos momentos —como la etapa de confinamiento que hemos vivido a causa de la pandemia—, sea más sencillo llamar al 911 que poner una denuncia ante el ministerio público. Más aún cuando las víctimas viven con sus agresores.

Por el contrario, en algunos delitos como la violación, las víctimas o sus familiares prefieren acudir a denunciar directamente ante el ministerio público, sin solicitar apoyo al 911 o a la policía. Por tanto, se genera un registro en las carpetas de investigación, pero no en las llamadas de emergencia. Por ejemplo, en junio de 2020, por cada llamada de emergencia recibida por violación, se abrieron cinco carpetas de investigación.

Además de estos delitos, el 911 brinda información valiosa sobre hechos violentos que no se contabilizan en las estadísticas oficiales, como los incidentes por violencia contra la mujer y violencia de pareja. Tan sólo en junio de 2020, se registraron 22,446 llamadas por violencia contra la mujer y 21,004 por violencia de pareja.

Esta información, como decimos, no se registra en la incidencia delictiva, pero es muy útil para entender las diferentes dinámicas de violencia en las que se encuentran atrapadas las mujeres. Si se utiliza de manera inteligente, la capacidad de investigación de las autoridades mejoraría, y se podría evitar que la violencia escale a niveles letales, como los feminicidios.

La dirección correcta: Línea Mujeres en CDMX

En la Ciudad de México existe un servicio de atención especializada para dar apoyo vía telefónica a las mujeres: la Línea Mujeres. Este servicio pertenece al Programa Psicoterapéutico de Locatel, y su objetivo es apoyarlas en temas jurídicos, de salud, nutrición y emocionales.

Entre múltiples solicitudes de apoyo, Línea Mujeres también recibe llamadas de víctimas de delitos sexuales como abuso, acoso, hostigamiento o violación. Las mujeres que hacen uso de este servicio son escuchadas, asesoradas y eventualmente canalizadas a las instituciones correspondientes. Este tipo de atención es importante, especialmente porque en muchos casos las víctimas no saben a dónde acudir o tienen miedo de denunciar a su agresor.

En 2019, Línea Mujeres dio atención a 2,521 llamadas por violencia de género, de las cuales 24.4% fueron por violencia física, 7.3% por violencia sexual y 36.4% por violencia psicológica por parte de su pareja.

Línea Mujeres destaca por la riqueza de su base de datos, como lo hemos analizado previamente. Los datos que se recaban ―siempre salvaguardando la anonimidad de la víctima― contienen características de la víctima (edad, educativas, laborales), de su agresor, el parentesco con la víctima, el tipo de violencia sufrido, geografía del hecho (municipio, colonia y código postal), de las condiciones en que se dió la agresión, entre otras. Muchas de estas características son de vital importancia para generar inteligencia policial y para prevenir que ocurran más delitos de este tipo. Sin embargo, ni el 911, ni la fiscalía, ni la policía recaban estos datos, al menos de manera abierta.

Los datos que ofrece de Línea Mujeres, con todas sus bondades —¡están abiertos, para empezar!—, no son del todo compatibles con las bases de datos del 911 o las de las fiscalías. El problema es que cada institución categoriza las llamadas de acuerdo con criterios propios[2] y no con una misma clasificación. Por ejemplo, en el caso de una llamada por violencia de género no letal contra una mujer, el 911 podría categorizar la llamada en diversas categorías como ‘violencia contra la mujer’ o ‘violencia de pareja’. En cambio, Línea Mujeres lo haría bajo el concepto de ‘violencia de género’ y especificaría el tipo de violencia cometida (física, psicológica, sexual, etcétera), así como el tipo de servicio brindado (solicitud de servicios de apoyo, asesoría sobre cómo enfrentar la violencia, etcétera). Por su parte, la carpeta de investigación se clasificaría en delitos asociados con ‘violencia familiar’, ‘violencia sexual’ o ‘violencia de género en todas sus modalidades distinta a la violencia familiar’, sin desagregar la información por el sexo o edad de la víctima.

¿Cómo aprovechar mejor las llamadas de emergencia?

Tras este análisis, podemos afirmar que las llamadas de emergencia recibidas tanto por el 911 como Línea Mujeres son una fuente de información valiosa para entender mejor los diferentes tipos de violencia que afectan a las mujeres. A partir de ellas se podrían diseñar estrategias más efectivas. No obstante, estas fuentes aún presentan retos importantes en sus procesos de publicación, validación, sistematización y categorización de la información.

El pasado 11 de agosto presentamos un reporte de política pública: Reportes policiales y 911: alternativas para medir el fenómeno criminal, en el cual proponemos un conjunto de cambios administrativos y normativos para comenzar a medir el fenómeno criminal a partir de las llamadas de emergencia y los reportes policiales. Retomamos algunas de estas recomendaciones para mejorar la calidad de la información sobre violencia contra las mujeres.

  • Asignar un número único de identificación para evitar que se dupliquen registros de diferentes llamadas de emergencia relacionadas con un mismo hecho delictivo. Esta información se puede corroborar con el reporte que levanta la policía y reducir la duplicidad de registros. Así, podremos conocer realmente cuántos delitos de violencia de género llegan a través del 911 y que no terminan en una carpeta de investigación. 
  • Homologar el catálogo para clasificar los supuestos delitos y conductas violentas con las mismas categorías. De esta manera se puede comparar la información que se recibe a través del 911 y Línea Mujeres, y seguir su trazabilidad. Por ejemplo, darle seguimiento a una solicitud de apoyo de una mujer que es agredida por su pareja desde que llama al 911 hasta que presenta una denuncia ante el ministerio público y recibe una orden de protección, pasando por Línea Mujeres, que le brinda apoyo psicológico.
  • Transparentar y georreferenciar la información del 911. Recomendamos que el Gobierno federal publique las bases de datos del 911 en formato abierto para que los ciudadanos podamos conocer a detalle cuáles son los delitos que más afectan a las mujeres y en dónde se concentran. Para ello, es necesario que se comience a georreferenciar a nivel punto la ubicación de los hechos delictivos, para diseñar estrategias focalizadas que ayuden a reducir y prevenir la violencia de género.

Con estas propuestas, podemos mejorar la calidad y la sistematización de los datos que se obtienen a través de las llamadas de emergencia. Si esta información se analiza adecuadamente —y, mejor aún, se le agrega la correcta utilización de otra fuente valiosa: los reportes policiales— se pueden elaborar diagnósticos que permitan entender las diferentes expresiones de violencia que afectan a las mujeres, conocer los horarios y las zonas con mayor frecuencia delictiva e identificar a las potenciales víctimas y agresores. Con este nivel de detalle, las autoridades pueden dirigir sus recursos de manera focalizada, diseñar programas de prevención, proteger a las mujeres que tienen un alto riesgo de ser revictimizada y, sobre todo, mejorar las investigaciones para garantizar la justicia para las víctimas y sus familias. 

Comenzar a utilizar las llamadas de emergencia como complemento para medir, entender y atender de mejor manera la violencia de género puede ayudar a salvar la vida de muchas mujeres.


[1] Las llamadas procedentes representan tan sólo el 24% de todas las llamadas realizadas. El resto consiste en bromas, hechos no relacionados con emergencias o llamadas falsas.

[2] La fiscalía utiliza una categorización jurídica de los delitos para las carpetas de investigación y publica sus bases de datos de acuerdo con la Norma Técnica para la Clasificación Nacional de Delitos para Fines Estadísticos. Por su parte, el 911 emplea el Catálogo Nacional de Incidentes de Emergencia, el cual contiene 141 categorías tan solo para llamadas de emergencia en materia de seguridad. En el caso de Línea Mujeres, la persona operadora tiene flexibilidad de clasificar la llamada en distintas temáticas y esto lo hace dependiendo del lenguaje usado y el contexto de la persona que realiza la llamada. Esto quiere decir que queda a la interpretación de la persona operadora clasificar el tipo de violencia que está reportando la persona usuaria.”