¿Alguien puede pensar en la juventud?

Sería deseable que las campañas políticas no sólo conecten con la juventud por medio de playliststrends en TikTok, sino que lo hagan con propuestas que busquen a largo plazo el bienestar de las y los jóvenes.

Laura Noemí Herrera, Rubén Sánchez Álvarez y Marco Antonio Fernández | Programa Anticorrupción y Educación

Las campañas políticas han revelado la prioridad que se les da a distintos grupos poblacionales, y todo indica que la juventud mexicana está en la mira de los partidos. Podemos ver a las candidatas y el candidato ponerle más atención a la forma de sus mensajes: comparten playlists, replican trends en TikTok, muestran empatía abierta a íconos del pop actual, y otras acrobacias más. ¿No sería deseable también conectar con la juventud a través de propuestas que busquen su bienestar a largo plazo?

A través del proyecto Aprender parejo,1 hemos analizado las plataformas políticas y observamos espacios importantes para mejorar las acciones que están proponiendo en materia educativa. Por ejemplo, para reintegrar a los jóvenes a la educación media superior, escuchamos al unísono la promesa de becas universales aun cuando esta medida ya ha demostrado su ineficacia: en los últimos cinco años no ha logrado detener la desescolarización. En los dos primeros años de este gobierno 367 000 jóvenes dejaron de transitar de la secundaria a la educación media superior; el fenómeno empezó antes de la pandemia. Hoy, con todo y becas y con la transición de secundaria a bachillerato de vuelta a niveles prepandemia, el país todavía tiene 116 000 jóvenes menos en educación media superior respecto a lo registrado en 2018. De igual forma, la falta de focalización ha beneficiado desproporcionadamente al 54 % de los estudiantes de hogares acomodados frente a un 2 % en 2018.

Consideramos que entre las tomadoras y los tomadores de decisiones hacen falta propuestas basadas en evidencia para apoyar al estudiantado mexicano. En Aprender parejo analizamos algunas de las dimensiones más relevantes del ecosistema educativo mexicano. Por ejemplo, en el informe Habilidades para el siglo XXI y la transición al mercado laboral proponemos un consenso sobre habilidades clave indispensables tanto para el desarrollo personal como para la inserción eficaz en el mercado laboral. Estas treinta habilidades fueron seleccionadas por su relevancia, capacidad de adaptación y aplicabilidad en diversos contextos. Algunas de éstas son la comunicación efectiva, que juega un rol crucial en la interacción y colaboración en todos los ámbitos; el pensamiento matemático, indispensable para la toma de decisiones informadas; el dominio del inglés, que abre las puertas al escenario global; o el pensamiento crítico, esencial en esta época de campaña para diferenciar las propuestas políticas de las estrategias de mercadotecnia.

Las treinta habilidades identificadas se dividen en dos categorías principales. La primera son las habilidades transversales —que incluyen las básicas, complejas y socioemocionales— y que son esenciales en cualquier contexto de la vida diaria. La segunda categoría son las habilidades específicas para el mercado laboral —como las habilidades técnicas, físicas y digitales—, que varían según el sector profesional. Pero, ¿cómo y dónde se desarrollan estas competencias? ¿Quién debe liderar este esfuerzo? Algunas deben cultivarse dentro del ámbito escolar, otras se adquieren mejor en el lugar de trabajo, y otras más requieren una colaboración entre ambos entornos.

No pensar en habilidades transversales desde la escuela limitaría el acceso a capacidades inherentes a la empleabilidad de las y los jóvenes del país. Para fortalecerlas, se deben focalizar los aprendizajes imprescindibles para mejorar la comprensión lectora y los conocimientos matemáticos —por ejemplo, a través de tutorías— y fortalecer los espacios de formación continua docente para que el magisterio sea más efectivo en sus enseñanzas dentro del aula. En cuanto a las habilidades requeridas en el mercado laboral, estas varían significativamente entre distintos sectores e industrias.

Las instituciones educativas, enfrentadas a limitaciones de recursos como la falta de equipos especializados y docentes con conocimientos técnicos avanzados, encuentran dificultades para ofrecer una formación técnica de profundidad. Es crucial, por tanto, identificar cuáles habilidades técnicas básicas —por ejemplo, el manejo de software de oficina o el uso de maquinaria en escuelas técnicas— pueden ser efectivamente enseñadas en el entorno escolar. Sin embargo, las habilidades más especializadas que superan el alcance de la educación tradicional requieren un desarrollo práctico directo en el ámbito laboral.

Lo anterior se puede lograr a través de la certificación de estas habilidades por entidades reconocidas, como el Consejo Nacional de Normalización y Certificación de Competencias Laborales (Conocer), o instituciones académicas que proporcionan a los jóvenes una validación formal de sus competencias. Esto debe de ir acompañado de esfuerzos de promoción para aumentar el reconocimiento de las certificaciones. Actualmente sólo uno de cuatro empleadores reconoce el valor de las certificaciones.

La creación de entornos para el aprendizaje práctico dentro del ámbito laboral es indispensable para el desarrollo de las habilidades mencionadas. Por este motivo, es necesario emplear alternativas de capacitación innovadoras que coordinen a los sectores público y privado, tales como microcredenciales que validen y reconozcan una competencia, capacidad o habilidad específica, y que se verifiquen con criterios de calidad previamente establecidos a través de cursos cortos o exámenes; programas de educación dual y pasantías en las empresas en donde se puedan certificar habilidades, algo de lo que carece, por ejemplo, el programa Jóvenes construyendo el futuro. Sin embargo, la estrategia de microcredencialización presenta retos importantes por abordar, como la atrición de quienes toman estos cursos cortos y la aceptación de estas certificaciones por parte del sector empresarial. Este contexto brinda la oportunidad ideal para que las empresas se involucren activamente en la formación del talento mexicano. En lugar de enfocarse en las carencias de las juventudes, es el momento perfecto para colaborar y contribuir al desarrollo de sus habilidades.

Es crucial que las políticas no únicamente mejoren la calidad educativa, sino que también aseguren que el aprendizaje sea una herramienta efectiva para acceder a mejores oportunidades laborales. Hoy en día, sólo tres de cada diez personas universitarias trabajan en su campo de estudio, lo cual no las exime de enfrentar un primer empleo caracterizado por la informalidad, situación que afecta a un 60 % de dicha población. Lo anterior se agrava con una persistente brecha salarial de género, donde el salario mensual promedio de los hombres jóvenes que estudiaron el nivel superior alcanza casi los 11 000 pesos, mientras que las mujeres jóvenes perciben 2000 pesos menos. Además, si eres mujer, existe una alta probabilidad de que gran parte de tu tiempo fuera de la escuela lo destines al trabajo de cuidados no remunerado, con un 30 % de las mujeres jóvenes involucradas en estas tareas, en contraste con sólo un 8 % de los hombres.

Asimismo, se estima que sólo tres de cada diez titulados trabajan en su campo de estudio, mientras que el 70 % ocupa posiciones que requieren un nivel educativo inferior.

Esto es preocupante en un escenario donde han aumentado las inversiones al país por los efectos del nearshoring (relocalización de procesos de producción de China a México y otros lugares en América Latina y Asia). Estas condiciones han incrementado exponencialmente la demanda de profesionales especializados, particularmente ingenieros eléctricos y operadores de maquinaria avanzada, cuyo crecimiento se ha triplicado desde 2022, según los cálculos de la ENOE 2023. Sin embargo, las problemáticas para llenar las vacantes ante la precariedad en la formación de la mayoría de nuestros jóvenes son evidentes.

Aunque 27.5 % de las y los jóvenes que egresan pertenecen a una carrera con formación en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), tenemos un rezago en la participación de mujeres, donde del total de egresados al año apenas un 12 % son mujeres. Así, en ingeniería industrial hay una mujer por cada dos hombres; en electrónica, automatización y aplicaciones de la mecánica-eléctrica, hay una mujer por cada siete hombres, y en desarrollo de software hay una mujer por cada tres hombres.

No basta con prometer becas o más espacios de educación media superior y universidades sin abordar con seriedad cómo garantizar el rezago en aprendizajes de los jóvenes en áreas fundamentales como comunicación, matemáticas y ciencias. Esto es fundamental para acotar la brecha entre lo que el estudiantado mexicano aprende en las aulas y lo que el mundo laboral está requiriendo, máxime el cambio acelerado de la transformación tecnológica y la inteligencia artificial.

Se requieren propuestas que acorten la brecha entre las aspiraciones profesionales y las realidades del mercado laboral que enfrentan las y los jóvenes. Durante la investigación de campo para realizar el informe Habilidades para el siglo XXI, pudimos conocer la historia de Enrique, de Querétaro, cuyo sueño de trabajar en contacto directo con aeronaves, cohetes o satélites se ha visto frustrado por la escasez de oportunidades en su campo. Sería interesante saber si dentro de las investigaciones de tendencias en redes sociales para posicionar a sus candidatos, los equipos de campaña se toparon con los videos #RosaPastel de TikTok, donde jóvenes comparten la discrepancia entre sus ilusiones de graduación y los trabajos que terminan ocupando. Gracias a ese hashtag conocimos el caso de Alma, quien pasó de aspirar a una carrera actoral a trabajar en una tienda de conveniencia. ¿También les interesaría subirse a ese tren? Finalmente, en la encuesta realizada por la Iniciativa de Educación con Equidad y Calidad y Reforma,encontramos que seis de cada diez estudiantes de Conalep admitieron tener limitaciones en áreas como el inglés o las habilidades digitales.

Frente a la difícil realidad que enfrenta la juventud del país, hacen falta estrategias concretas que atiendan sus necesidades. Alcanzar un mejor futuro requiere de esfuerzos para brindarles de más y mejores oportunidades educativas, pertinentes y de calidad que les permita alcanzar los aprendizajes, competencias y habilidades necesarios para su crecimiento personal y profesional. Es por ello que conminamos a las candidatas y el candidato presidencial, así como a los distintos aspirantes a las nueve gubernaturas que se renovarán este año, a poner al estudiantado en el centro de sus políticas. Por ello, en un esfuerzo conjunto entre la Iniciativa de Educación con Equidad y Calidad del Tec de Monterrey y México Evalúa ponemos a su consideración una serie de propuestas encaminadas a contribuir con acciones para que niñas, niños y jóvenes tengan y ejerzan su derecho de aprender parejo.


* Laura Noemi Herrera
Investigadora de la Iniciativa de Educación con Equidad y Calidad de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tec de Monterrey e investigadora asociada de México Evalúa.

Rubén Sánchez Álvarez
Investigador de la Iniciativa de Educación con Equidad y Calidad de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tec de Monterrey.
 
Marco A. Fernández
Director de la Iniciativa de Educación con Equidad y Calidad de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública donde también es profesor-investigador. Además, coordina el programa de Educación y Anticorrupción de México Evalúa.