A prueba de futuro: el pensamiento creativo y otras habilidades del siglo XXI

En un contexto de innovación constante en servicios y en procesos productivos, vale la pena recordar una habilidad que nos puede ayudar a navegar mejor estos cambios: el pensamiento creativo.

Marco Antonio Fernández (@marco_fdezm), Julián Mokwa y Karla Contreras | Programa de Educación y Anticorrupción

Se prevé que un tercio de los trabajos actuales sean sustituidos por el cambio tecnológico, procesos de mayor automatización y la inteligencia artificial. En un contexto de innovación constante en servicios y en procesos productivos —sumado a desafíos sociales y avances tecnológicos—, vale la pena recordar una habilidad que nos puede ayudar a navegar mejor estos cambios: el pensamiento creativo.

El Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes, PISA, valora la creatividad como una de las habilidades innovadoras que, a la par de otras asociadas a comunicación, matemáticas y ciencias, deben desarrollar los sistemas educativos para formar personas críticas y conscientes. Seis meses después de conocer los primeros resultados de PISA 2022 —el 18 de junio de 2024— se publicaron los resultados sobre cómo el estudiantado de 15 años utiliza su pensamiento creativo.

En este ejercicio, México se ubicó 4 puntos por debajo de la media de los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). Un resultado que volvió a causar inquietud; cada tres años, cuando se conoce el informe de PISA, la conversación pública en materia educativa en el país resalta el desempeño insuficiente de la mayoría de nuestras y nuestros estudiantes. Sin embargo, no parece tomarse en serio lo que puede significar en su futuro no alcanzar aprendizajes imprescindibles para resolver tareas de comprensión lectora, razonamiento numérico y pensamiento científico. Ahora, se suma la preocupación de limitaciones en el desarrollo de la creatividad en jóvenes mexicanos. Frente a estos resultados hay que preguntarnos: ¿por qué debemos dar importancia a estos datos, especialmente frente a los retos presentes y futuros del siglo XXI? ¿El proyecto de nación del nuevo gobierno federal considera acciones para impulsar un México creativo?

La creatividad según PISA

Disciplinas como la filosofía, la psicología y los estudios enfocados en recursos humanos han enriquecido un análisis multidimensional de esta capacidad humana. En el contexto específico de PISA 2022, el pensamiento creativo es una habilidad para generar nuevas ideas, enfoques y soluciones originales y no convencionales. Esta capacidad hace posible mirar las cosas desde diferentes perspectivas, desafiar supuestos preexistentes y utilizar la imaginación para resolver problemas.

En contraste con otros instrumentos que valoran la creatividad como un rasgo o característica personal, PISA explora procesos cognitivos en que la originalidad tiene un papel clave, que puede ser mejorada en cada estudiante y demostrada en situaciones cotidianas. Lo anterior representa un doble reto porque se busca comparar los resultados entre países y se requiere de problemas “estándar” que puedan ser calificados con los mismos criterios. Pero también porque la creatividad se resiste a una definición universal.

PISA evalúa la capacidad de innovación de jóvenes tanto en su expresión escrita como en la visual, y aplicada a escenarios que requieren solucionar problemas sociales y científicos. Se solicitan, por ejemplo, algunas ideas para verificar por qué hay menos ranas que lo habitual en un río; estas hipótesis deben ser comprobables de manera científica y ser distintas entre sí. Además, se pregunta por propuestas originales para mejorar un experimento que mide los niveles de contaminación del río. Lo anterior evalúa la solución de problemas científicos en la que solamente 25.7 % del estudiantado mexicano tuvo resultados favorables, por debajo del promedio de 32.2 % de la OCDE.

Algunos criterios para calificar las respuestas de las y los jóvenes se enfocan en el pensamiento divergente, que es sólo una de las facetas de la creatividad. En otra sección de PISA, a las y los jóvenes se les solicita que dibujen un cartel para una feria utilizando su capacidad de innovar visualmente y transmitir diversos mensajes con éxito. En contraste con los problemas científicos, México se destacó en la expresión visual con el sexto mayor promedio de PISA, presentando 36.6 % de estudiantes con resultados favorables en comparación con el 32.2 % de la OCDE. Eso indica que tienen más desarrollada esta capacidad que algunos estudios califican de “innata” o “cultural” y a la que, consecuentemente, podrían recurrir en su futuro profesional.

Sin embargo, PISA nos indica que las mexicanas y los mexicanos que finalizan su educación secundaria o comienzan la media superior, carecen de habilidades para proponer soluciones novedosas a problemas sociales, con 6 puntos porcentuales menos que el resto de la OCDE. También obtienen resultados por debajo del promedio en escritura creativa, con 49.2 %.

Los hallazgos de la evaluación en estas cuatro dimensiones de la creatividad se resumen en esta gráfica:

Fuente: elaboración propia con datos de PISA 2022. Nota. Se presentan los resultados de una muestra de los 81 países que participaron en la evaluación.

¿Qué estamos haciendo al respecto?

La apuesta del gobierno electo para la formación de las y los estudiantes es la Nueva Escuela Mexicana (NEM). La NEM es el actual modelo educativo del país, cuyo objetivo es formar ciudadanos y ciudadanas críticas, con capacidades para enfrentar con éxito su propio futuro y el de la sociedad. El modelo menciona a la creatividad como un aspecto necesario para desarrollar el eje de interculturalidad, el campo formativo de saberes y pensamiento científico, además de los aprendizajes artísticos y culturales, considerados centrales para promover una educación más inclusiva y que consolide la participación social.

Sin embargo, en su documento de principios y orientación pedagógica, la NEM no establece estrategias claras para desarrollar esta dimensión de la creatividad, mucho menos la que toca a la solución de problemas. Por su parte, el plan de gobierno de la presidenta electa Claudia Sheinbaum menciona la creatividad cuando se alude a la ampliación de semilleros creativos del arte y de la cultura. Sin embargo, omite la inclusión de la creatividad dentro del proyecto educativo y tampoco la articula con otras habilidades.

Si deseamos incorporar la creatividad en las propuestas y planes del gobierno federal y los gobiernos estatales, y asociarla con los retos del siglo XXI, es necesario abordarla como una capacidad que, aunque suele ser más visible a través de productos u obras artísticas valoradas socialmente, se manifiesta en actividades cotidianas. De acuerdo con diversos estudios, puede ser desarrollada en la práctica y fomentada por la educación como una capacidad para resolver problemas diariamente de manera creativa (en inglés, little-c creativity) y, así, alimentar de manera efectiva y sostenida las actividades artísticas e intelectuales (en inglés, big-c creativity). Esta acepción integral de creatividad es la más provechosa para que los aprendizajes y la innovación se mantengan constantes durante toda la vida.

Otras habilidades “a prueba de futuro”

Además de la creatividad, también son necesarias otras capacidades más complejas para adaptarse mejor al futuro. Hoy nos enfrentamos a un incremento de demanda por habilidades del siglo XXI, como la toma de decisiones, la empatía, el trabajo colaborativo, la comunicación, el pensamiento crítico y la capacidad de resolver problemas. La juventud todavía carece de esas habilidades, puesto que los empleadores reportan constantemente que la trayectoria educativa de las y los jóvenes no es suficiente para desarrollarlas.

Lo anterior puede deberse a que el sistema educativo ha estimulado de manera tímida, desarticulada, o en el mejor de los casos, incompleta, a las habilidades transversales y las socioemocionales en las y los jóvenes. Tampoco hay incentivos suficientes para que sigan estudiando: los contenidos que se enseñan en la escuela no se adaptan lo suficientemente rápido a lo que necesita la juventud. Y al cuerpo docente no se le brinda una formación continua suficiente y pertinente para hacer frente a los cambios sociales, tecnológicos y los intereses de las nuevas generaciones. El sistema educativo tampoco ha implementado innovaciones que permitan una cooperación efectiva entre la sociedad civil y el sector productivo con los planteles educativos para implementar acciones puntuales que robustezcan la formación de jóvenes y logren un mejor desarrollo de sus habilidades.

La desconexión entre lo que buscan las y los jóvenes y lo que ofrece el sistema educativo ocasiona que la asistencia a la escuela no se concrete como una oportunidad de crecimiento. Los resultados de PISA también ofrecen evidencia de la baja preparación de las y los jóvenes para hacer frente a algunos de los desafíos científicos, sociales y tecnológicos del futuro.

La buena noticia es que existen condiciones para que nuestro país mejore. A un 93 % de las y los jóvenes les atrae ser creativos (10 puntos arriba de la OCDE). Esto coincide con resultados de evaluaciones de aprendizajes que realiza la Iniciativa de Educación con Equidad y Calidad del Tecnológico de Monterrey (IEEC), en las que más de un 60 % de jóvenes obtienen puntuaciones altas en mentalidad de crecimiento (la creencia de que su inteligencia puede mejorar).

Nos encontramos en un momento clave para desarrollar “habilidades a prueba de futuro” en las y los jóvenes. Los diagnósticos internacionales, nacionales y locales nos permiten enfocar propuestas encaminadas a fortalecer el desarrollo de aprendizajes y habilidades entre el estudiantado mexicano. Debemos aprovechar el ímpetu de aprendizaje y creatividad de la juventud para impulsar políticas que se traduzcan en una educación de calidad con equidad de oportunidades. Al mismo tiempo, tenemos que preguntarnos por qué, a pesar de su interés, no hemos logrado despertar su creatividad y nos seguimos manteniendo alejados de otros países con niveles de desarrollo incluso menores a los nuestros.

A continuación, presentamos otros elementos para la reflexión:

  • Para despertar la capacidad creativa en las niñas, niños y adolescentes se requiere de un trabajo conjunto entre la familia, el cuerpo docente y un adecuado ambiente escolar. Sabemos de la importancia del núcleo familiar para despertar la capacidad creativa en las niñas y los niños, pero ¿cómo desarrollar creatividad cuando la mayoría de las madres y padres se formaron en un sistema educativo que no les potenció esta habilidad?
  • En la escuela, tenemos que contar con una infraestructura que fomente la creatividad por medio del movimiento libre, la exploración y la incorporación materiales educativos que ayuden en la creatividad de estudiantes y docentes; además, los espacios —en su acepción más amplia— deben fomentar su pensamiento crítico y otras habilidades básicas.
  • La evidencia nacional e internacional aporta una orientación sobre lo que debemos priorizar en nuestros currículos escolares. Desde la primera infancia, los planes de estudio necesitan incluir entre sus objetivos el desarrollo de las capacidades creativas y del pensamiento crítico. Es necesario reforzar las capacidades artísticas, la escritura y la resolución de problemas sociales y científicos como parte del currículo durante toda la trayectoria. Debemos vincularlos con los aprendizajes imprescindibles en tres áreas que todavía la mayoría de la población carece: la comprensión lectora, el pensamiento matemático y el pensamiento científico.
  • Las habilidades del siglo XXI y socioemocionales son importantes para que en el futuro las y los jóvenes tengan más oportunidades y puedan dar la vuelta a los desafíos tecnológicos que se imponen. El mercado laboral y otros retos sociales urgen a pensar de manera crítica, comunicarnos de manera asertiva y responder creativamente a situaciones de crisis. Para ello, necesitamos que el sistema educativo ayude a desarrollar habilidades para aprovechar las oportunidades del futuro.
  • Aspiramos a un cuerpo docente que evite promover la memorización de contenidos y fomente la capacidad creativa en las aulas, por lo que su formación continua es crucial para elaborar nuevas y mejores estratégicas pedagógicas. PISA nos enseña que las y los estudiantes están dispuestos a desarrollar su pensamiento creativo, pero requieren de mayor guía para hacerlo. Para ello, es necesario canalizar los recursos suficientes y utilizarlos de manera adecuada para una capacitación de calidad, actualizada y pertinente. Con 195 pesos para formación continua por profesor y profesora —como se contempla en el presupuesto federal asignado para este año— es imposible lograr este objetivo. No obstante, las revisiones presupuestales urgentes en esta materia tienen que acompañarse de un seguimiento puntual de sus contenidos y mecanismos de entrega para mejorar los resultados didácticos. De lo contrario, puede caerse en situaciones de simulación y corrupción que no se traduzcan en una formación efectiva, o en más y mejores aprendizajes para un desempeño óptimo dentro y fuera del aula.
  • Vale la pena recordar a otro actor con un papel crucial en este proceso: las instituciones de educación superior (IES). Las IES deben promover el aprendizaje continuo del estudiantado para su vida profesional inmediata y, a la vez, la conexión entre las necesidades del mundo laboral y los cuerpos docentes. Por ello, deben ser protagonistas al cumplir el propósito de centralizar el papel de la tecnología y la innovación en un proyecto de nación, que pretende recurrir a la investigación para la toma de decisiones, dentro y fuera del ámbito educativo.
  • Es imperativo que las investigaciones trasciendan los espacios típicos de socialización del conocimiento. México requiere una apuesta por la investigación transdisciplinaria, un proceso de construcción de conocimiento en conjunto con diversos actores. Potenciado por las IES, se pueden ofrecer valiosas orientaciones sobre cómo transitar hacia una pedagogía más efectiva, fomentar la creatividad en el aula y usar las tecnologías como catalizadores para mejorar el aprendizaje. La función social de las universidades debe ser reforzada para contribuir de manera efectiva al desarrollo del país.
  • Por último, la participación de la sociedad civil es fundamental para multiplicar los esfuerzos y producir análisis y recomendaciones que respondan a la diversidad de contextos en el país y ofrezcan condiciones equitativas para promover aprendizajes de calidad, donde nuestros estudiantes puedan desarrollar su creatividad y otras habilidades “a prueba de futuro”.
  • Queremos que las y los jóvenes reconozcan que lo que aprendieron en el aula les será útil a lo largo de su vida, que su aprendizaje les brinde la confianza para ver, en el avance tecnológico, una herramienta para fortalecer su desarrollo personal y potenciar su desarrollo profesional.

Requerimos de un México con personas creativas que puedan tener la oportunidad para Aprender Parejo gracias a una educación que brinde aprendizajes pertinentes, genere oportunidades para la movilidad social, y permita el desarrollo de una ciudadanía crítica y participativa con la capacidad de contribuir a la solución de problemas sociales y científicos. Vamos tarde como país en implementar acciones para lograr este objetivo.

Las ocurrencias y buenos deseos han sido poco efectivos en resolver las principales problemáticas de un sistema educativo que no logra el desarrollo de aprendizajes fundamentales en la mayoría de sus estudiantes y que ha sido incapaz de impulsar su creatividad. Ese sistema educativo no les ha brindado las herramientas necesarias para transformarse como personas y aprovechar las oportunidades que el cambio tecnológico acelerado está generando para que puedan enfrentar con éxito los retos que lo acompañan. El sexenio que está por comenzar es una oportunidad para saldar esta deuda onerosa con la niñez y juventud de nuestro país. Para ello, la sensibilidad social que han enfatizado las distintas autoridades electas federales y en los estados deberá acompañarse de mecanismos para acumular evidencia que calibre y reoriente las acciones educativas por implementarse en los próximos años.