¿Se recuperaron territorios?
Edna Jaime
¿Ciudad Juárez? La localidad ha logrado una mejora sensible en sus tasas de homicidios, aunque permanecen escandalosamente altas. Pero en Juárez los negocios siguen cerrados.
Estamos transitando por un periodo electoral especialmente particular. Tenemos contendientes en la arena, pero muy pocas ideas circulando en el ambiente. Si le preguntara al lector qué propone tal o cual candidato en cierto tema, lo más seguro es que se quede con la mente en blanco. Esto es consecuencia de nuestra ley electoral que, por ser tan restrictiva y confusa sobre lo que está permitido y lo que no, está apagando una necesaria discusión sobre aspectos sustantivos de cualquier agenda futura de gobierno. Pero también hay que asumir que el proceso es joven y no acaba por arrancar. Lo cierto, sin embargo, es que para problemas apremiantes, como es el de la seguridad, deberíamos estar escuchando ideas audaces por parte de los suspirantes. Y lo que recibimos es la repetición de lugares comunes, cuando no adhesiones acríticas a políticas o estrategias vigentes de dudosa efectividad.
En materia de seguridad, seguramente quien tome las riendas del país en 2012 no tendrá gran margen de maniobra en el arranque. No podrá replegar a las fuerzas federales dispuestas en zonas de conflicto de un día para otro. Proponerlo y, aun más, hacerlo, sería un acto de extrema irresponsabilidad. Pero sí podría comenzar haciendo modificaciones en el margen de tal manera de ir complementando la estrategia vigente en sus partes más débiles y eventualmente ir transformando el paradigma. Necesitamos de la fuerza coercitiva del Estado para sortear la embestida de grupos criminales, cierto, pero también necesitamos reconstruir la autoridad y eficacia del Estado en otros ámbitos e intervenir con mucha eficacia para recuperar territorios.
La recuperación de territorios dominados por criminales ha sido un objetivo expuesto y reiterado por la presente administración. En las plazas colonizadas por criminales, la autoridad es débil o está capturada y el ciudadano se encuentra en grave indefensión. En ellos, la zozobra de la población que aún los habita es profunda. Tiene todo sentido entonces el plantear la recuperación de territorios como un objetivo. Pero, ¿qué significa recuperar un territorio? Hemos recuperado ya territorios en el país. ¿Cómo es que se mide? Supongo yo que algunos indicadores de incidencia de delitos violentos debe ser un buen aproximado, pero lo importante es si la recuperación del territorio es perdurable o simplemente una tregua o un cambio en la correlación de fuerzas entre quienes se disputan el lugar. En México, ¿tenemos un caso de éxito? ¿Qué lo hizo exitoso?
En realidad contamos con poca evidencia para contestar estas preguntas con rigor. Tijuana es una ciudad que se usa como ejemplo y tiene un buen récord en la disminución de algunos crímenes como el secuestro, pero sigue estando en el grupo de ciudades con más delitos violentos. Lo notable es que la ciudadanía amedrentada se decidió a retomar las calles y recuperar la normalidad de su cotidianidad. De hecho, emigrantes que cruzaron la frontera por el miedo, retornaron a sus antiguas residencias. ¿Es Tijuana un caso de éxito? Dudoso, por la estela de delincuencia que aún perdura.
¿Ciudad Juárez? La ciudad ha logrado también una mejora sensible en sus tasas de homicidios, aunque permanecen escandalosamente altas. Pero en Juárez los negocios cerrados siguen siendo mayoría, y los que operan, se presume que tienen algún arreglo para el pago de derecho de piso. En las tardes/noches las calles siguen semidesiertas, aunque se respira un aire distinto a cuando atravesaron por el clímax de sus crisis. Juárez ahora vive la secuela de una violencia insólita y sin precedentes, y también del paulatino retiro de las fuerzas federales. ¿Se recuperó el territorio en la ciudad? Difícil afirmarlo. El retiro de las fuerzas federales deja a la localidad vulnerable y a merced de sus propias capacidades, que son escasas: una policía municipal en ciernes bajo el mando del controvertido Leyzaola y muchas zonas de la ciudad sufriendo la conflictividad de siempre: marginación, drogas, violencia intrafamiliar, deserción escolar y un largo etcétera.
Los suspirantes a la Presidencia deben de abrevar de lo vivido en esos años, para que no quieran hacer tabula rasa pero tampoco abrazar la estrategia del Presidente, sin mayor consideración. En estos años, si algo nos ha quedado claro es que la paz no se recupera con la presencia militar ni con las bayonetas en las manos, sino con la creación de fuerzas civiles profesionales, capaces de entender que el sentido de su servicio es el ciudadano. Se recupera cuando los espacios públicos se retoman. La seguridad se afianza con oportunidades de trabajo, con mejores escuelas, guarderías y perspectivas de futuro. Este mapa estuvo ausente en esta administración y puede estarlo también en la siguiente. Por eso es tan importante que quienes aspiran a la Presidencia lleguen con entendimiento y con una estrategia más integral en las manos. Porque seis años más de una estrategia de pura reacción y no de construcción, difícilmente la aguanta el país.