T-MEC: la magnitud del extraño enemigo
Por Ana Lilia Moreno (@analiliamoreno) | El Sol de México
El presidente López Obrador ya advirtió que el próximo 16 de septiembre sacará del baúl al “extraño enemigo” que evoca nuestro himno nacional. Desempolvará al invasor imaginario para, probablemente, recordarle el valor de la soberanía energética (que el presidente cree que significa lo mismo que soberanía nacional) y buscar así que el juicio de la historia patria le sea favorable.
Me refiero, claro, al posicionamiento que dará respecto a las consultas que Estados Unidos y Canadá han solicitado en el marco del T-MEC, con el fin de revisar presuntas violaciones de México a las reglas acordadas en torno a la competencia y a las energías renovables en el sector energético. El presidente ha desafiado con burla a nuestros socios, y esta conducta, que puede ser muy celebrada por pícara, puede terminar en tragedia y quedar como el más grave error de este sexenio. Echemos un ojo[1] a nuestra balanza comercial…
México es un país altamente interconectado con el mundo y especialmente con Norteamérica, ya que tenemos desde 1994 una economía abierta. En 2020, exportamos un total de 427 mil millones de dólares, lo que nos coloca en el noveno lugar de la lista de exportadores globales. Entre 2015 y 2020, las exportaciones mexicanas de bienes y servicios aumentaron 10.3%, hasta abarcar el 40.4% del PIB nacional (2020). La relación comercial con Estados Unidos es tan estrecha, que el 80% de nuestras ventas al exterior están destinadas a ese país. El 88.2% del total de bienes exportados fueron manufacturas, con el sector automotriz como motor principal: en 2020 el 23.3% de las exportaciones fueron vehículos, seguidos de equipos electrónicos y de cómputo (7.37%) y petróleo crudo (4.18%).
Por otra parte, las importaciones totales de México representaron el 40.3% del PIB. El 54.6% del total de las compras provino de Estados Unidos y Canadá. En el mosaico de los productos que compramos en el exterior destacan los componentes electrónicos, que representan el 7.7% del total; vehículos (7.6%) y combustibles y gas natural (6.7%). Por cierto, México es el primer importador mundial de maíz: en 2020, compró 2.9 mil millones de dólares de grano (el 93%, por cierto, provino de Estados Unidos).
A la vista de este panorama, ¿qué pasaría si México sale del T-MEC o resulta sancionado en el arbitraje, y se tasan las exportaciones de autos con aranceles de alrededor de un 22%, el promedio de los países miembros de la Organización Mundial del Comercio?
Durante los últimos 20 años la economía mexicana se ha vuelto compleja. En el Ranking Internacional de Complejidad Económica, por ejemplo, pasamos del puesto 33 al 21 , un lugar después de Israel, país reconocido por sus avances tecnológicos. Esto nos traslada a un terreno geopolítico privilegiado para ‘cazar’ oportunidades de atracción de inversiones, dadas las tensiones entre China y Estados Unidos, la guerra entre Rusia y Ucrania y el reacomodo de las cadenas de suministro. Según el Banco Interamericano de Desarrollo, México podría atraer, en el corto y mediano plazos, 35 mil millones de dólares de inversiones frescas[2]. Si consideramos que el país requiere incrementar su porcentaje de inversión de 20.6 a 24%[3] del PIB para crecer a tasas que permitan a la población satisfacer sus necesidades, es fácil concluir que a México no le conviene otra cosa que arreglar sus diferencias en el terreno energético con Estados Unidos y Canadá, y trabajar en construir una visión regional de futuro. México debe aprovechar el tiempo. El T-MEC demuestra que más que extraños enemigos, podemos ser entrañables amigos de nuestros vecinos.
[1] Observatory of Economic Complexity (OEC), 2021.
[2] Banco Interamericano de Desarrollo (BID), 2022
[3] México Cómo Vamos, 2022.