¡Arriba las manos… Andamos armados!

Por Jimena David (@jimena_dag) y Jonathan Furszyfer (@JonFdr)

En ocasiones, el miedo nos lleva a tomar medidas extremas para proteger a nuestros seres queridos y a nosotros mismos. Frente a la ola de violencia que ha experimentado el país en los últimos años, varios hogares han decidido adquirir un arma de fuego como escudo ante la inseguridad y la delincuencia. Sin embargo, la presencia de una pistola en una vivienda tiene el potencial de causar más daño del que pretende prevenir.

De acuerdo con estudios realizados en los Estados Unidos de América, la disponibilidad de pistolas es un factor de riesgo que incide directamente en los asesinatos, es decir, mientras más armas de fuego, más asesinatos se comenten con ellas[1]. Sin embargo, éste ha dejado de ser un problema exclusivo de nuestro vecino del norte. Como argumentamos en uno de nuestros más recientes artículos, en México la democratización del uso de pistolas se ha incrementado rápidamente en los últimos años, convirtiéndose en uno de los grandes retos en materia de seguridad pública que enfrenta el país.

Como resultado, la violencia propiciada con pistolas se ha acentuado en los últimos dos años en el país, como lo muestra la gráfica siguiente. Como se puede observar, tan sólo en el mes de abril del año en curso se cometió, en promedio, un homicidio doloso cada hora y más de 15 lesiones dolosas al día con armas de fuego[2].

Grafica1_Delitos-mensuales

Sabemos que ha crecido el mercado de armas en el país y sabemos que ello ha resultado en mayores asesinatos. Pero lo cierto es que poco sabemos del por qué e incluso sobre el comportamiento específico de dicho mercado. Entonces, para adentrarnos a las particularidades del mercado de armas en México, analizamos la pregunta sobre adquisición de armas de fuego como medida de protección ante la delincuencia[3] de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), desde el año 2011 hasta el 2015. Los resultados son sorprendentes.

Primero, ¿cuántos hogares han adquirido una pistola para protegerse contra la delincuencia en los últimos años? Como ilustra el siguiente gráfico, del 2011 al 2014 la adquisición de pistolas por hogar aumentó en un 114%, aunque del 2014 al 2015 disminuyó en un 24%. Lo anterior significa que en los últimos cinco años, al menos un millón de hogares han adquirido un arma de fuego para protegerse contra la delincuencia.

Segundo, ¿dónde ha sido más abierta su comercialización? El mercado de armas no ha evolucionado de la misma manera en todo el país. Con un análisis a nivel regional es posible identificar dónde se concentra su demanda y cómo ha evolucionado su mercado. Los siguientes gráficos muestran la trayectoria del mercado de armas de fuego en 11 regiones del país[4] desde el año 2012 hasta el 2015.

A través de la animación 1, mostramos las áreas de atención prioritaria en términos de compra de armas por cada 100 mil hogares. En la animación 2, identificamos las regiones con mayores y menores tasas de crecimiento en esta materia, con la finalidad de ilustrar la aceleración o desaceleración de la comercialización de pistolas en cada una de ellas. A partir de ambos resultados, podemos resaltar algunos hallazgos principales:

  • Las regiones en el centro del país tienden a mostrar los mayores niveles de compra de armas de fuego por cada 100 mil hogares. Este es el caso de las regiones de urbanización baja-centro (Hidalgo, Morelos, Puebla y Tlaxcala), urbanización media/alta-centro (Colima, Jalisco, Michoacán y Nayarit), y urbanización muy alta (Ciudad de México y Estado de México).
  • Todas las regiones mostraron una desaceleración en la compra de armas en el 2015, con excepción de la zona de urbanización media/baja-centro (Aguascalientes, Guanajuato y Querétaro), la cual ha tenido un crecimiento sostenido desde 2012. Esta región representa un foco rojo por la alta penetración de compra-venta de armas de fuego en el tiempo y porque su ritmo de compra aumenta en tasas crecientes durante todo el periodo de estudio.
  • La región de urbanización baja-centro (Hidalgo, Morelos, Puebla y Tlaxcala) cuenta con niveles muy altos de adquisición de armas, pero desde 2013 ha desacelerado constantemente su ritmo de compra.
  • Por último, la región de urbanización alta-norte (Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas) presenta niveles bajos de adquisición de armas y muestra un ritmo de compra a la baja.

En tercer lugar, ¿cuál puede ser el potencial del acceso a las armas de fuego en los hogares? Si se toma la decisión de comprar un arma de fuego para protegerse contra el delito, varios miembros del hogar podrán usar esa pistola. Entonces, el efecto multiplicador del acceso a un arma de fuego hace que este problema tenga un alcance mucho mayor de lo que nos han mostrado los datos hasta ahora. Por ejemplo, como ilustra el siguiente gráfico[5], 311mil hogares compraron un arma en el año 2014, pero son cerca de 500mil personas las que pueden hacer uso de ella.

Grafica3_personas_acceso

En suma, no sólo la violencia letal perpetradas con pistolas y metralletas en México ha aumentando en los últimos diez años, sino también las lesiones físicas a causas de éstas. Asimismo, esta ola de plomo está correlacionada positivamente con la expansión y penetración de un gran mercado de armas de fuego local, enriquecido por el temor de los mexicanos ante la marea de violencia y delincuencia sobre el territorio nacional. Las implicaciones del acceso de armas de fuego son devastadoras, como hemos visto en nuestro país y en incidentes recientes como la masacre de Orlando, Florida.

El mercado de armas en México es rentable, se caracteriza por comportamientos distintivos entre regiones y tiene el potencial y el alcance para herir no sólo a los miembros de un hogar, sino a otras personas. En consecuencia, es fundamental realizar más investigaciones que nos permitan conocer mejor este problema, encontrar respuestas y reducir la disponibilidad de armas en el país con la finalidad de disminuir las muertes y lesiones relacionadas a ellas. Sólo así podremos diseñar mejores políticas públicas que permitan entender y contener este grave problema de manera sistemática, eficiente y efectiva los antes posible.

*Jimena David es investigadora del área de seguridad y Jonathan Furszyfer es coordinador del área de seguridad de @mexevalua. Los autores agradecen la edición de Jimena de Haro, las visualizaciones de Miguel Cedillo y las animaciones de Mónica Ayala.

Acceso a nota metodológica

https://www.dropbox.com/home/Seguridad/animal%20politico/armas2/data/Clean%20Data/Link%20a%20post

[1]Hepburn, Lisa & David Hemenway. 2004. “Firearm availability and homicide: a review of the literature.” Aggression and violent Behavior: A review journal, 9:417-40; Miller, Matthew, Deborah Azrael & David Hemenway. 2002. “Household firearm ownership levels and homicide rates accross U.S. regions and states, 1988-1997.” American journal of public health, 92: 1988-1993.

[2] Cálculos propios con base en el los delitos de fuero común reportados por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).

[3] La pregunta dice: “Durante el año t, para protegerse de la delincuencia, ¿en este hogar se ha realizado alguna medida como [adquirir armas de fuego]?”

[4] La clasificación de regiones se puede consultar en la nota metodológica y en la base de datos de este documento. Dicha clasificación se toma del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (2010). Encuesta Nacional sobre Discriminación en México. Enadis 2010. Consultado en: https://www.conapred.org.mx/userfiles/files/Enadis-RyZM-ACCSS.pdf

[5] Se excluyeron los años 2011 y 2012 por que el factor de expansión es a nivel vivienda